VOCABLOS

Cuando yo era pequeñito me enseñaron a diferenciar los sinónimos de los antónimos. Bien es cierto que parte de mi proceso colegial fue previo a la aplicación de las políticas educativas de mediados de los ochenta del Partido Socialista; lo que en cierta medida me salvó de la quema. Sin ánimo de resultar pedante, tengo entendido que un sinónimo es aquel vocablo que tiene un significado igual o similar a otro.

Y a su vez, un antónimo es aquella palabra que significa lo contrario de otra. Partiendo de esta obviedad, me llama mucho la atención que la izquierda de este país, entre los que incluyo no solo a los cargos públicos, sino también a sus periodistas, tertulianos y demás comentaristas ilustrados, pretendan cambiar el significado de las palabras. Les voy a poner un ejemplo, que seguramente habrán escuchado vds. en los últimos tiempos. Dicen los “protoprogres” que España no necesita “políticas de austeridad”, pues lo que se precisa son “políticas de crecimiento”.

Y en la propia afirmación se esconde el engaño, pues lo contrario de “austeridad” no es “crecimiento”; lo contrario de “austeridad” es “despilfarro”. Y el despilfarro es primo hermano del decrecimiento. Les voy a poner otro ejemplo: el PSOE le pide al gobierno “consenso” y a la par está convocando a los suyos a la manifestación callejera, es decir a la “confrontación”.

Luego lo contrario de consenso es confrontación y su sinónimo es diálogo y coparticipación en las decisiones.

El consenso nos lleva a la “responsabilidad” y la “manifa” a la irresponsabilidad. Se puede repetir muchas veces una idea incorrecta, pero no por ello alcanza la corrección. Me quedo con una frase que le escuché hace unos días al presidente Rajoy: “Que el ruido no nos aparte del camino emprendido”. A lo que yo añado un “todo es más simple de lo que parece”.

Si en mi casa ingreso 10 euros al día, no puedo gastar 35 porque me acabarán echando de la misma. Los que han gastado mis 35 euros no pueden ahora invitarme a que me manifieste contra los que me dicen que debo gastar únicamente 10. Y permítanme terminar este artículo colocando mis cinco dedos juntos, oscilándolos hacia mí, a la manera italiana: Ti capisco fratello!

 

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