Cataluña pierde peso

El independentismo le está infligiendo un daño notable a la sociedad catalana. Cataluña pierde consideración y afectos en el resto de España y, en razón de las arbitrariedades de sus líderes, pierde también, peso e imagen en el exterior. Mañana se celebrará en Barcelona el foro de la Unión por el Mediterráneo. Una reunión importante. Participarán representantes de 42 países. La mayor parte estarán representados por sus ministros de Asuntos Exteriores. Borrell será el anfitrión. En la presidencia del foro estará acompañado por su colega jordano y por la alta representante para AAEE de la UE. Una reunión a la que no ha sido invitado Torra. La política separatista del máximo representante del Estado en Cataluña le pasa factura.
Otra factura y de las de aúpa ha sido la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo rechazando la demanda de una ciudadana catalana por la multa que le impuso el Constitucional tras participar en la consulta ilegal celebrada hace un año. Los jueces europeos consideran que esta abogada era consciente de que podía ser multada, por participar en aquel simulacro de referéndum. Este tipo de episodios deberían invitar a líderes del movimiento separatista a reflexionar sobre las consecuencias de sus actos. Más de 4.400 empresas han trasladado su sede fuera de Cataluña. Catorce entre las veinte más importantes.
El ambiente político no genera la estabilidad social que reclama la actividad económica. Las imágenes de los disturbios con las calles de Barcelona y Gerona en manos de los piquetes de los CDR que llegaron incluso a intentar asaltar el Parlament han dado la vuelta al mundo. La peor propaganda. La más lesiva para la imagen de una capital como Barcelona que, según el cervantino decir, pasaba por ser archivo de cortesía. A los dirigentes independentistas el procés se les está yendo de las manos.
Constatada esa realidad al Gobierno le correspondería actuar. Pero no respondiendo a las provocaciones con tuits beatíficos como el último firmado por Sánchez. Se pueden entender sus cautelas pues su continuidad en La Moncloa depende del apoyo parlamentario de los independentistas, pero resulta decepcionante contestar al desafío separatista con un tuit en el que dice algo tan obvio como que: “El Parlament es dónde hablan y se escuchan los catalanes y que hay superar el conflicto construyendo (sic) convivencia dentro del respeto a la Constitución y al autogobierno”. Lo dicho: decepcionante. 

Cataluña pierde peso

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