El partido del Deportivo ante la UD Las Palmas evidenció el punto y final a una temporada donde tuvo cabida el gran resentimiento y frustración de una afición que hacía mucho tiempo no sufría por tanta intransigencia.
Es justo decir que esta Liga fue un auténtico martirio, aunque a muchos aficionados ya no les sorprenda lo más mínimo porque es una constante que va ligada a la historia de este club. Sin embargo, me niego a pensar de esa manera porque mi ilusión y mi exigencia futbolera, me llevan a creer que siempre se pueden hacer las cosas mejor. Igual que ante el UD Las Palmas donde el Deportivo afrontó la jornada previamente derrotado y sin alma. El partido, gracias a dos genialidades de un Andone muy suspicaz y al oportunismo de Carles Gil, quien hacía su primer gol con su equipo, ha sido de lo peor que hemos visto esta temporada en Riazor con la diferencia que esta vez se logró la victoria. Se palpaba que tanto a unos como a otros no les iba nada en el envite. Me ha parecido una triste pachanga de colegio y unos 90 minutos de juego que se hicieron soporíferos y eternos.
Con todo ya finiquitado, con el Dépor un año más entre los grandes, tampoco vamos a pedir milagros. Hay que ser realistas y saber aprender de los múltiples errores que se han cometido esta temporada con una plantilla que desde un principio se pensó que estaba capacitada para luchar por algo más que la permanencia si bien con el paso del tiempo nos fuimos cayendo de la burra.
Al final, felices por la salvación, aunque haya sido gracias a las innumerables torpezas de los rivales y a la posible influencia que significó la marcha de Lucas Pérez (sólo jugó el primer partido de Liga) y la posterior de Babel en el mercado de invierno tras anotar cuatro tantos, todos ellos en Riazor, ante Sporting, Sevilla, Real Sociedad y Osasuna. Es posible que con ellos, esta película hubiese tenido un final mucho más feliz. Aunque pensar ahora en ello pueda ser una ridiculez.