EL CAPITALISMO MATA

El fenómeno “karoshi” –muerte por exceso de trabajo– ya no es exclusivo de Japón. Hace pocos días, Moritz Erhardt, un joven de 21 años becario en un banco de la City londinense, moría en su apartamento después de estar trabajando hasta las seis de la madrugada en los tres días anteriores.   
Este joven estudiante había sido contratado a principios de verano para trabajar durante siete semanas y trabajó tantas horas seguidas no porque tuviera especial cariño a la empresa, como los japoneses, sino porque, según los medios de comunicación ingleses, estaba sometido a una gran presión para conseguir los objetivos fijados por sus superiores, motivo por el cual pasaba muchas noches trabajando hasta altas horas de la madrugada.
La noticia de la muerte del joven becario coincidió en el tiempo –cosas del azar– con unas  declaraciones del presidente de la patronal, Juan Rosell, que proponía acabar con la dualidad del mercado laboral y retirar a los trabajadores fijos “algunos privilegios para aumentárselos a los temporales. Los contratos deben ser flexibles, si tenemos que contratar por días, horas, meses o años, fantástico. Estamos en un mundo absolutamente flexible”.
Traducido al lenguaje coloquial, Rosell aboga por un “retoque” a la reforma laboral para llegar a más flexibilidad en la contratación hasta conseguir que todos los trabajadores sean empleados según convenga: becarios, temporales en prácticas, a tiempo parcial, minijobs…, y estén a disposición permanente de las empresas para trabajar a destajo, como el becario de la City esclavista y brutalmente competitiva, que es su paradigma y el trabajador que curra tres días seguidos debe ser el modelo a implantar.
Es el rebrote de la precariedad, “el paraíso laboral soñado por Rosell”, sentenciaba  un internauta. Antes a esto se le llamaba esclavismo o explotación, pero ahora es el capitalismo salvaje que mata, machaca la vida de muchos trabajadores en tantas “citys empresariales” o, en el mejor de los casos,  acaba con sus ilusiones.
La pregunta es obligada: ¿de verdad creen el señor Rosell y sus colegas que recortar derechos a los trabajadores fijos ofreciéndoles más precariedad y una devaluación salarial permanente tirará de la demanda interna para dinamizar la economía y acabar con la crisis? ¿Piensan que con su oferta aumentará la productividad de sus empresas? Si lo creen así tenemos un problema serio y preocupante en el país.

EL CAPITALISMO MATA

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