a acusación de que “los madrileños nos están infectando” y la borrascosa personalidad de la presidenta de esta comunidad, han colocado en el tablero político un nuevo y atípico regionalismo. Si la prolongada catalanofobia convirtió al independentismo un nacionalismo catalán que era pactista, la creciente madrileñofobia ha construído un relato victimista: “nos envidian y nos atacan porque somos la comunidad más rica”.
Lo insólito de este discurso de agraviados es que no busca contrapartidas económicas, sino embestir contra el gobierno para restaurar la normalidad, supongo que tal y como la entienden en ciertos barrios de la capital. En esta línea, Isabel Díaz Ayuso afirmaba recientemente que “la Justicia, el Rey y Madrid” están frenando a Pedro Sánchez; sea verdad o mentira, fuego amigo contra los Borbones. Como dijo el difunto Pio Cabanillas, “cuerpo a tierra, que vienen los nuestros”.