Al presidente de la Xunta no le preocupa mucho el éxodo masivo de jóvenes de nuestra comunidad, una de las más envejecidas del mundo. Puede que sea porque es un irresponsable, o puede que crea que el problema no es tan grave y que, en realidad, hay muchos jóvenes todavía. Tal vez hasta se considere joven a sí mismo, a sus conselleiros, alcaldes y muchos de los políticos con los que trata a diario. Como ahora hay gente que a los cincuenta se considera joven, pues eso, que no es para tanto y que Galicia sigue llena de jóvenes. Sería para reír si no fuera más bien para llorar, porque joven, estadísticamente al menos, se es entre los 15 y los 35 años, por mucho que los haya de 80 que digan mantener el espíritu joven. Eso está muy bien y lo aplaudo, pero no me pidan que acepte la mamarrachada de infravalorar un problema tan grave como el envejecimiento poblacional sin expectativas de reposición. Eso, a lo que parece, queda para algunos jóvenes políticos.