HAsta que a algún tipo avispado se le ocurrió que si a los avioncitos y helicópteros teledirigidos que usaban los niños se les ponía una cámara podrían usarse para algo más que para pasar el rato nadie había oído hablar de los drones. Sin embargo, ahora no hay comunidad que se precie que no aspire a que las empresas que producen estos carísimos juguetitos voladores se implanten en su territorio, como garantía de riqueza para el futuro. Lo que ya no hace tanta gracia es que entre las diferentes utilidades que se les otorgan a los aparatitos en cuestión alguien haya decidido que también podrían servir para vigilar el tráfico. La DGT está probando uno de esos ingenios y seguro que enseguida encuentran el modo de que pueda poner multas.