El duro y pernicioso proceso de configurar una candidatura

SI los ojos son el espejo del alma, en política se podría decir que la elaboración de las listas es el mejor termómetro para medir la salud interna de los partidos. Aplicando esta máxima, parece evidente que de cara a los comicios de septiembre, tanto los socialistas como los mareantes tienen un serio problema. El proceso ya ha concluido y ya se conocen los nombres de todos y cada uno de los candidatos, pero eso no significa que las cicatrices provocadas por la cruenta guerra vivida en el seno de las formaciones se haya ya cerrado. Lejos de ello, estos procesos, a la larga, solo sirven para desmotivar a los posibles votantes, que ven en este tipo de pugnas, más que una lucha entre corrientes, un pulso de las diferentes familias por colocar a los suyos en puestos que les garanticen el magro salario que reciben quienes ocupan un escaño. El espectáculo es absolutamente patético, por mucho que ahora  luzcan las sonrisas en las fotos.

El duro y pernicioso proceso de configurar una candidatura

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