¡Santiago y cierra España!

Cuando era niño mis abuelos, que no eran gallegos –pucelano y montañes–, republicamos, pero por el libro de lo católico, me llevaban a la catedral de Santiago. Ahí comencé a sentir una sensación interna muy grata cuando oía, con música de órgano o sonido de las chirimyas, términos como: nación, patrón de las españas, unidad de las tierras etc. Y con el paso del tiempo aprendí el himno al apóstol Santiago. Una frase de su inicio me viene ahora a la memoria cuando vivimos tiempos convulsos a todos los niveles, pero muy acrecentados en lo relativo a defender el lugar que pisamos poniendo sobre la mesa términos como: secesión, independencia, separatismo… En una palabra buscar romper la unidad de España aunque sea jugando contra la Constitución que nos hemos otorgados todos los españoles, entre los que, como es lógico, también estaban los catalanes, muchos de los que ahora quieren volar independientes y que la votaron y abrazaron con toda la fuerza.
“Santo adalid, patrón de las Españas, amigo del Señor, defiende a tus discípulos queridos, protege a tu nación”. Me gustaría traducir esta frase al catalán, pero mis conocimientos del idioma que la burguesía catalana supo conservar en toda su extensión, son nulos. Los políticos catalanes, encabezados por Artur Mas, el que fuera discípulo directo y ahijado en lo de la cosa pública –según reconoció expresamente en una lastimera declaración institucional–, a todos los niveles de Jordi Pujol, siguen montados en la montaña rusa que sube, lentamente, y baja a gran celeridad pendientes, pero que al final no lleva a ningún lado, si tenemos en cuenta que uno se para en el mismo punto en que se subió al habitáculo donde se pone en marcha. No estoy en contra de que cada uno, por supuesto, los catalanes, reivindiquen lo que consideren oportuno.
Frases como:“ España nos roba”, salidas de las gargantas de algunos políticos como Jordi Pujol, me sonrojan, encolerizan y me hacen reír –todo al mismo tiempo. ¿Quién ha robado a quién? Los dineros que figura en paraísos fiscales –los famosos cuartos de la herencia paterna que su hermana ni conocía–, deberían haber aportado la parte correspondiente a las arcas de la Hacienda española para que de ellas se nutrieran los catalanes, como el resto de españoles de comunidades autónomas, y poder ejecutar, a la catalana, sus políticas mayestáticas que en ocasiones son de auténtico despilfarro, véase embajadas o chiringuitos de todo tipo…
A Jordi Pujol, el que fuera gran impulsor del nacionalismo catalán, y ahora está a los pies de las investigaciones fiscales y judiciales, le jugó una mala pasada el subconsciente. El acto de contrición, en forma de comunicado, lo hizo un día más que señalado: la festividad del patrón de España, el apóstol Santiago, al que se le conoce como el “matamoros” y defensor de la unidad de España ¿En que estaría pensando el exhonorable? Quizás, en aquello de: ¡ Santiago y cierra España!  A lo mejor se dio cuenta de que fuera de ella hace algo más que frío.

¡Santiago y cierra España!

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