¿Qué bestia habita en Cataluña que amenaza la seguridad del Rey al extremo de que el gobierno y por ende el Estado no puede garantizar su seguridad? Esa es la cuestión a dilucidar, porque si existe quizá sería conveniente e incluso inteligente entregar a ese todopoderoso ser el gobierno y también el Rey para que pueda verse el primero libre de esa vergüenza y gozar el otro y nosotros de seguridad. Porque si puede devorar impune a su alteza qué decir de nuestra humildes bajezas.
Se dice que tal afirmación es solo una mala disculpa para no reconocer que se busca no incomodar a los socios de gobierno, pero aún así me mantengo en la pregunta, ¿de qué malvada índole entiende el ejecutivo que son sus socios para culparlos hasta ese grado, el de afirmar, al margen de las razones escondidas, que son tan soberanamente bestias como para acabar con el Rey? Y si ellos son salvajes ¿de qué civilidad y legitimidad esta concebido este gobierno y Estado que no pueden defender la legalidad en la persona de su primer ciudadano?
Como no se conoce su nombre solo queda referirse a ella desde la mera especulación mitológica y aventurar que es un ser escamoso y voraz que habita en el seno del Estado del que se nutre quejoso como cualquier parásito dolido frente al doliente huésped. Pero por aquello de ceñirme a la verdad, diría que es el más firme defensor de nuestra real decadencia y el más decadente de nuestros reales depredadores.