El dinero no es nada, pero mucho dinero eso ya es otra cosa, decía cínicamente Georges Bernard Shaw. La, hasta hace unos meses, esposa de Jeff Bezos, el patrón de Amazon, ha anunciado que donará la mitad de su fortuna, unos 31.000 millones de dólares a fecha de hoy. Mackenzie Bezos se suma así a un club muy privado –el Giving Pledge, una iniciativa de Warren Buffet y Bill Gates, segunda y cuarta fortunas del mundo– compuesto solo por 204 millonarios muy millonarios que se han comprometido a donar en vida la mayor parte de su dinero.
Si Pablo Iglesias fuera presidente de los Estados Unidos –si Trump ha llegado a serlo, ¿por qué no podemos pensar que Iglesias pudiera llegar a eso?– ya habría salido a criticarla, como hizo aquí con Amancio Ortega, diciendo que “una democracia digna no acepta limosnas de millonarios. Lo que necesitamos es que paguen impuestos”. Aquí, salvo sus partidarios, ha habido prácticamente unanimidad en ponerle a bajar de un burro –a Iglesias, no a Amancio Ortega– pero en Estados Unidos le hubieran descalificado con mayor dureza porque allí los “asquerosos capitalistas” con sus donaciones mantienen Universidades, hospitales, museos y centros de investigación. Y lo dicen y lo hacen con orgullo, seguramente porque sus conciudadanos, los que se benefician de ello, les aplauden. Ya me gustaría que aquí muchos hicieran lo mismo. Los Bezos, antes de separarse, ya habían constituido otro fondo dotado con 2.000 millones para asistir a familias sin hogar y financiar centros de enseñanza preescolar en comunidades desfavorecidas, así que ya estaban entrenados.
Arthur Miller dejó escrito que “los que aman el dinero no lo regalan”. Lo acumulan sin límites. Podríamos hacer una larguísima lista en la que no estarían ni Mackenzie Bezos ni Amancio Ortega, de los que usan el dinero para otras cosas. En el caso del empresario español, antes de ser rico y de crear decenas de miles de empleos y riqueza para muchos, fue un descamisado de los de Alfonso Guerra y conoce lo que cuesta ganar el dinero infinitamente mejor que Pablo Iglesias. Lamentablemente el sistema inmunológico de algunos políticos es perfecto: no aceptan ideas que se salgan de sus viejos clichés. Hay que romper estereotipos viejos. En la economía y en la política.El capitalismo ha generado muchas injusticias y desigualdades, pero también ha hecho posible un desarrollo como nunca habíamos disfrutado y ha permitido, al menos en el mundo más desarrollado, un acceso casi general a la sanidad, a la educación y a los derechos.
Lo podía haber hecho otro sistema, el socialismo, el comunismo, pero no lo hicieron. Al contrario, en casi todos los países que lo han sufrido, lo que ha aumentado ha sido la pobreza y la miseria, además de la pérdida de libertades y el castigo a todos los disidentes. El dinero, que seguramente huele diferente según sea el nuestro o el de los otros, es solo un instrumento que vale según cómo se emplee y que nadie se lleva a la tumba. Trescientos años antes de Cristo, un comediógrafo griego, Menandro de Atenas dijo que “bienaventurado el que tiene talento y dinero porque empleará bien este último”. No siempre pasa, pero cuando sucede, hay que reconocerlo.