Echániz y la solución final

No sé cómo, en España, no se le había ocurrido a nadie antes que a José Ignacio Echániz, portavoz adjunto del PP en el Congreso: cargarse a los que no andan muy católicos, a los incapacitados, a los requirientes de una atención sanitaria especial, a los improductivos, para abaratar costes. Pero, hombre modesto, no se reputa artífice de la ocurrencia, sino que se la atribuye al Gobierno, que con la Ley despenalizadora y reguladora de la Eutanasia perseguiría, mediante esa “Solución Final”, aligerar las cuentas públicas para conseguir cuadrarlas.
El señor Echániz es, además de médico y señalado miembro del PP, un hombre que se proyecta extraordinariamente. Alguien le replicó en el hemiciclo, después de que la criatura envileciera la Cámara con semejante atrocidad, que “cree el ladrón que todos son de su condición”, y, en efecto, aquellos que conservan algo de memoria recuerdan su actuación como Consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha en tiempos de Cospedal, sobre todo en lo tocante al abaratamiento de costes. Entre sus logros, todos ellos adscritos al género de los recortes salvajes en la atención sanitaria de los castellano-manchegos, destacaría, por su detonante carga simbólica, el de haber suprimido el agua mineral para los pacientes ingresados en los hospitales. Muy en la línea, por lo demás, de Esperanza Aguirre, que les quitó la merienda a los de su Comunidad.
La reticencia a una Ley de Eutanasia que reconoce el derecho de la persona a cancelar voluntariamente su vida cuando ya no es vida ni puede volver a serlo, sino sufrimiento y dolor sin esperanza, puede legítimamente expresarse desde la duda o el escrúpulo religioso o moral, pero en ningún caso desde la barbarie dialéctica, la mentira, la intolerancia y la calumnia. Pero Echániz, y quien dice Echániz dice el PP, o Vox, desconocen los arcanos del debate profundo, riguroso y sereno, y tanto los desconocen que en la discusión parlamentaria sobre la Eutanasia prefirieron hablar de otra cosa bien disímil, de los cuidados paliativos, como si éstos fueran la solución, la “solución final” que diría Echániz, para el que implora poner término a su desesperación.
Según el PP-Vox, esto de la Eutanasia en un plan diabólico de la izquierda, del gobierno social-comunista, para desembarazar las cuentas públicas del gasto que generan los grandes dolientes, y quién sabe si no, también, para otros siniestros propósitos. Echániz no lo duda, se trata de la Solución Final a lo Heydrich, pero por muy malito que me ponga, uno no acudiría nunca, ni loco, ni borracho, ni atado, a ese médico.  

Echániz y la solución final

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