Lo difícil que es no pensar mal

la granada de mano que ayer tuvieron que detonar los Tedax en un centro de menores inmigrantes en el barrio madrileño de Hortaleza no era un recuerdo de la Guerra Civil de esos que de vez en cuando aparecen en unas obras de construcción. Ni parte del atrezo de una película. Era un artefacto explosivo de entrenamiento militar al que solo tienen acceso las Fuerzas Armadas. Pero no vamos a pensar mal, que eso está muy feo. A lo mejor es que alguien paseaba con una granada en una bolsa de plástico y se le cayó sin que se diese cuenta, con la mala suerte de que fue a parar al centro de menores. Cosas más raras se han visto. Las otras posibilidades son tremendamente preocupantes. Como que un miembro del Ejército quisiese dejar un recado –léase amenaza– o que intentase hacer daño pero no le diese la cabeza para quitar la anilla, lo que habría provocado la explosión.

Lo difícil que es no pensar mal

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