ara un creyente, si ha cometido un pecado gordo, lo mejor es entonar el yo pecador, o confesarlo a un cura. —Neno, ¿cuánto tiempo hace que no te confiesas? podría preguntarle. —Pues un mes desde lo de la Audiencia, podría contestar el confesante. —¿Y te arrepientes, neno? —Tengo en estudio lo del 155, diría el candidato al perdón. —Pues vas algo corto. Pero dime: ¿vas a hacer propósito de enmienda? —Oiga padre, si se me va a poner constitucionalista me lo dejo en suspenso. —Pues mira neno, en estas coyunturas, en lugar de absolverte y ponerte una penitencia de dos Salves y un Credo, te voy a poner una fianza de doscientos cincuenta mil euros, que puedes depositar en el cepillo, y ya volverás por aquí en otro momento libre que tengas. A mí es como me suena el asunto de la comparecencia futura del Junqueras y sus Consellers ante el Juez Supremo. Claro que, en esa circunstancia, lo del secreto de confesión va a brillar por su ausencia.