el Camino de Santiago se está convirtiendo en un fenómeno de masas. Menos mal que estamos hablando de decenas de rutas y cientos de kilómetros, si no iba a parecer la calle Real en hora punta. Sin embargo, harían bien los responsables gallegos de extremar la vigilancia, ya que allí dónde hay volumen de personas, y por lo tanto negocio, abundan los aprovechados que pretenden hacer su agosto, aunque sea a costa del buen nombre de la ruta jacobea. Más allá de la picaresca de mover las señales para que los peregrinos acabaran en un albergue en lugar de otro, ahora proliferan los “asaltantes” de turistas que ofertan camas ilegales que, en la mayoría de las ocasiones, no cubren los estándares mínimos de calidad. Cada vez hay más quejas por esto.