Un estómago muy español

EL exconseller Rull debió recibir una sensacional formación en El Bulli cuando gozaba de libertad, porque salió escandalizado de Estremeras. Sus críticas gastronómicas eran demoledoras: “Las hamburguesas estaban tan quemadas que un día se me rompió el tenedor cuando trataba de partir una” o “casi todo era demasiado flatulento, un cocido de aquellos intensos, para entendernos”. El honorable fugado es menos remilgado, pues para conmemorar sus cien días huido se fue a un restaurante de Bruselas y se infló a tortilla española, queso manchego, patatas bravas y jamón ibérico. Incluso sus adoradores acabaron una de sus peregrinaciones en un pub llamado Le Roy d’Espagne, cuya denominación basta para saber que es más fácil que sirvan copas de chinchón que de licor de Montserrat. Parvadas en comparación con lo que ocurrió cuando la troupe independentista acudió hace unos días a la constitución del Congreso; desayunaron tortilla, jamón y vino tinto. Nadie pidió fuet ni butifarra... Sus estómagos parecen los de unas bestias de raza inferior.

Un estómago muy español

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