¿Hay alguien más...?

Aquello, me pareció un sueño. Sucedió el pasado martes y miércoles de septiembre, necesité estimular mi razón con grandes esfuerzos mentales, para adquirir la realidad de lo sucedido. Tenía todas las apariencias de lo absurdo. En efecto, ¿quién no ha soñado alguna vez, que se encuentra caminando en un laberinto sin llegar al punto donde quiere ir? Creí revivir el espíritu secreto del Pacto del Pardo con Cánovas y Sagasta, en 1885. El de más votos en las urnas: formará gobierno, al margen de la votación del Congreso, (eso era lo acordado con el Pacto del Bipartidismo, también desde 1978).
Miré al televisor, y los contemplé en su teatro de la tribuna del Congreso. Escuché con atención sus palabras, y en sus monólogos me hicieron sentir que eran tres hombres radicalmente enfrentados, y  teatralmente separados por una profunda zanja de odio personal, ajenos al sentimiento real del pueblo soberano. Me asomé al balcón, no era de noche, no estaba soñando. Miré a la calle, había poca circulación, tres o cuatro peatones caminando tranquilamente por las aceras bajo la sombra de los plataneros, todo estaba en calma.
En mi calle, del barrio de Argüelles, ya no quedaban ni rastro de las barricadas, aquellas que setenta y cinco años serpenteaban por Altamirano y Martín de los Heros, ni tampoco casas derruidas por los bombardeos de la cuarta guerra incivil, (sí, la cuarta, después de las tres guerras carlistas, del XIX, aquellas de la sucesión al trono de España). Miré en mi comedor, y tampoco vi las ruinas que causó aquel obús en 1938. Solamente era un sainete televisivo irreal, pura ficción política.
Pero, no era un sueño. En la tribuna del Congreso volví a ver y sentir al Movimiento Nacional bombardeando desde el Cerro Garabitas, y en los bunkers del parque del Oeste. Luego el tableteo del Frente Popular disparando en las barricadas, por las calles de mi tranquilo barrio de Argüelles, detrás de la que había sido la Cárcel Modelo, hoy ya un nuevo edificio Jefatura del Estado Mayor del Aire.
Después de gobernar, ambos partidos con mayorías absolutas, durante otros casi cuarenta años, el bipartidismo se resiste todavía a cerrar su ciclo, siguen como en guerra incivil. No entienden la nueva democracia, ni el cambio de época del siglo XXI. Ni lo que no fue un sueño: ¡qué ya estamos en Europa, y nuestra moneda es el euro, ya no se puede seguir hablando en pesetas, tenemos autopistas y trenes de alta velocidad, puertos y aeropuertos..., no estamos ya en el siglos pasados! Pero todavía, esos dos partidos no se quieren resignar a perder el cómodo bipartidismo alternante, ni a regenerarse.
Ahora, ya los dos se tienen que desprender de viejos ropajes, y dejar paso al nuevo ciclo. Ya no pueden seguir con el eufemismo del centro derecha, ni del centro izquierda, esa estrategia ya no sirve ni un minuto más. Y al tercero de la trinchera, al franco tirador antisistema: que dejen ya de utilizarlo ambos. Sin el soporte de los medios como comentaristas, sin esas ayudas terminará creando un partido de extrema izquierda o derecha, o lo que quieran, con el peso que le corresponda por méritos propios.
Entonces, me pregunté: ¿hay alguien más...? Efectivamente lo había, era justo el centro, un puente sólido para el futuro, tendido sobre la trinchera, esa profunda zanja abierta que ambos partidos ya habían cruzado pensando en sí, forzados por un centrado nuevo estilo de negociación proactiva.
Las instituciones no deben ser secuestradas nunca más, por los viejos espadones de otros tiempos, como lo fueron en asonadas durante siglos. Este sainete: “un golpe de estado a cámara lenta”. 
El acaecido durante este año, no lo entiende el pueblo soberano, ni tampoco el resto del mundo.
Tendrán que solucionarlo antes de dos meses. Pueden conformar un Gobierno Pactado Constituyente, y que se pongan a trabajar estas Cortes en una renovada Constitución, para que se abra una nueva época generacional, acorde con los nuevos recursos, tanto materiales, como humanos de un gran país. Ambos partidos, ya no pueden seguir frenando lo irremediable, pues este pueblo soberano ya no es un pueblo de analfabetos políticos, a los que se puedan engañar, o amenazar con más elecciones.
Últimamente, el mundo globalizado, con la bajada del precio del petróleo, los bajos intereses del dinero (hoy una decisión en manos del Banco Central Europeo), y otra serie de factores, nos han permitido crecer sin un gobierno salido de las urnas. 
Por favor, ¡salgan de la trinchera! Tiren el lastre de los viejos privilegios, sean valientes: resistir no es ganar, pues los vientos globales pueden cambiar de dirección en cualquier momento. Dejen sitio a: “una monarquía renovada para un tiempo nuevo…”, que se genere ya en todo el Estado, ciudadanos libres e iguales en derechos y obligaciones.
 

¿Hay alguien más...?

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