Rastreando la actualidad

ras un fin de semana de relax me encaro  –un servidor ayer y ustedes ahora– con la actualidad, “rastreando” a través de la prensa la actualidad y me asaltan dos conclusiones: que calladitos estarían mucho más guapos nuestros políticos y que, de una u otra forma, todos preparan el plan “B” que es fijarse en el diez de noviembre, por lo que sus declaraciones y acciones son una precampaña electoral, el candidato del PSOE es el mejor ejemplo: un día dio alas a la posibilidad de que se repitan las elecciones y al siguiente le ofrece a Iglesias un “programa común progresista”. 
Y en medio –o sea en los dos días– pidió que no prosperase la desconfianza entre PSOE y Unidas Podemos cuarenta y ocho horas después de confesar esa desconfianza. Parece una novela de misterio, intriga, pero no. Es jugar con la baraja trucada, pues al mismo tiempo ¡este hombre está en todos los sitios y juega a todo! le suplica a Ciudadanos y PP que le apoyen ellos… Es, palabra, de psiquiatra.
Podemos, desde el salón en el ángulo oscuro, tañe su repertorio conocido: el PSOE pone excusas para no pactar, le pide a Sánchez que haga los deberes pidiendo apoyos entre los suyos y que se deje de recabar en la derecha apoyos para su investidura…
En la derecha, a su bola: la culpa del bloqueo es de Sánchez por ir en malas compañías y acusa a Sánchez de blanquear a los independentistas y, a la chita callando, la huella de Vox se va agrandando allá por donde echa una mano.  Puigdemont llama a la confrontación mientras los grupos se rompen dos y el nuevo pragmatismo de los partidos provoca el rechazo del independentismo de base.
En los medios de comunicación, y acordes con sus aficiones y filias, también mirando de reojo la publicidad que entra en caja, por encargo de los organismos oficiales, nos recuerdan los dos gobiernos de Francia con comunistas y socialistas juntos en unión. 
Fue magnífico aseguran unos, acabó muy mal dicen otros y así, según quien haga el relato. La historia, por su parte, asegura que el ciudadano de a pie salió ganando y los partidos, por rencillas y entre ellos para apuntarse los éxitos y mirar al otro lado cuando se hablaba de fracasos. Como la vida misma.
Lo que sorprende de todo esto es que no se trata de ganar sino de gobernar el país. No es colocar a Juan o a Pepito, sino de presentar al respetable (que no nos respetan, carafio!), un programa, unas metas. Y esto es lo que hay. 

Rastreando la actualidad

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