La muerte de Ángel Nieto ha transformado la leyenda en mito y nos ha recordado que en España  siempre ha habido leyendas y mitos deportivos incluso antes de las olimpiadas del 92, cuando para algunos desmemoriados parece que todo comenzó. Pero los Nieto, Santana, Martín Bahamontes, Ocaña, Carrasco, Urtain, Gento, Luis Suárez, Corbalán, Fernández Ochoa, Arancha Sánchez Vicario  y otros muchos ya habían dejado su huella indeleble en el universo estelar del deporte mundial. El 92 fue un espaldarazo al talento que España ya había entregado generosamente. Somos un país talentoso no solo en el deporte, sino en las letras, el cine, la cultura y hasta en la ciencia. El problema es que hasta que el triunfo no se transforma en fenómeno internacional, nuestro país ha sido, y es, cicatero con el producto nacional. Nos cuesta mucho reconocer el mérito de lo autóctono y parece que han de ser otros los que den el visto bueno a nuestros éxitos. Somos una sociedad burocrática y funcionarial, y asociamos el emprendimiento y la creatividad al riesgo, pero gentes como Ángel Nieto demuestran que ese riesgo vale la pena.