El alivio francés

menos mal que los franceses se convencieron de que Emmanuel Macron era la única oportunidad para mantener el sistema democrático. Ahora, esperemos que el nuevo Presidente de la República Francesa se predisponga para no defraudar a sus paisanos. Pero no solo a ellos. Los europeos, en particular, y los demócratas en general, nos sentimos aliviados por la decisión de los galos y tampoco queremos que nos defraude.
Desde que se desencadenó la Gran Recesión de 2008, caminamos por una senda de desintegración del mundo occidental tal como lo conocemos, resultado del pacto social y político del final de la Segunda Guerra Mundial que transformó el trabajo en una fuerza liberalizadora desde una forma de alienación, como sucedía hasta aquella y facilitó la etapa de mayor crecimiento, mejora social e igualdad de oportunidades para los europeos, aunque a los españoles nos llegara tarde a causa de la dictadura franquista. 
Pero todo esto cambió. Estamos en un mundo globalizado, facilitado por las nuevas tecnologías de la información, con una reducción significativa del factor trabajo en todos los sectores, especialmente en los servicios y cada vez más en la industria, a consecuencia de los cuales se amplían mercados y se crean otros nuevos, muchas veces desregulados, se desliga la relación entre trabajo y salario sin una relación laboral estable, trabajando por proyectos y el crecimiento imparable de la economía colaborativa, sea Uber, Airbnb o Wikipedia.
En este contexto no es extraña la desesperación de los ciudadanos, a la que no es ajeno el resurgir de los populismos. La angustia de la que se aprovechan los demagogos lleva a situaciones de vértigo como la decisión británica de salir de la Unión europea, el amago holandés y austríaco para precipitarse al vacío en sus respectivas elecciones o la peligrosa llegada al poder de Trump. Todos tienen en común la búsqueda del aislamiento imposible de sus países.
Por eso, es de agradecer que un europeísta presida la Francia cofundadora de la  Unión Europea y se comprometa a implicar a toda Europa en profundizar en su relación con medidas políticas, económicas y sociales.  
En palabras de Michel Bauwens, teórico del procomún, vienen cambios imparables y hay que ser abiertos. Esos cambios están ya aquí y hay que abordarlos para que nuestro continente se devuelva a los ciudadanos. 

 

El alivio francés

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