El rey ha recibido una carta firmada por 73 militares retirados, entre ellos un teniente general, seis generales y sesenta y seis coroneles, en la que denuncian una situación de “deterioro” en España propiciada por “el Gobierno de coalición entre el partido Socialista y Podemos, apoyados por filoetarras e independentistas, que amenazan con la descomposición de la unidad nacional”.
La carta sucede a una misiva similar que hace días suscribieron jefes jubilados de la XIX promoción de la Academia General del Aire. Y ambas, al manifiesto que hace dos años firmaron cerca de 200 militares contra la “perversa pretensión revanchista de exhumar a Franco”, a quien exaltaban como impecable soldado sin poner un pero a su régimen dictatorial que acabó con la República democrática que juró defender. Podríamos decir que algunos militares se están pronunciando en los últimos tiempos por encima de sus posibilidades, mimetizándose con el discurso repetido de la extrema derecha y de la derecha extrema política. Y el tono encendido de su discurso apocalíptico sería interpretado en tiempos pasados, afortunadamente superados, como ruido de sables.
Ningún bien hacen estos militares al destinatario de la misiva, al que comprometen en su neutralidad política. Y tampoco a los 120.000 hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas, a los que suponemos mayoritariamente alejados de este argumentario deslegitimador de las instituciones democráticas. Desde luego, colgado el uniforme, les asiste la libertad para expresarse como consideren conveniente sobre lo que crean oportuno, aunque en su condición de retirados sorprende que subrayen sus galones en la firma de sus textos. En todo caso, lo peor no es lo que digan o escriban unos militares ultras en su retiro. Lo verdaderamente inquietante es que tuvieron mando en plaza hasta antes de ayer.
Así que sería conveniente saber si sus palabras buscan encontrar un eco que actúe como elemento desestabilizador o son eco de lo que algunos militares en activo dicen en los cuarteles. Y si fuera así, sería conveniente actuar para no tener que enterarnos en futuras cartas y, sobre todo, para no mantener a la zorra cuidando del gallinero.