No hay precedentes de una opacidad semejante. Cuando según todos los indicios estamos a horas de que se inicie la sesión de investidura de Pedro Sánchez nada sabemos oficialmente acerca del contenido real de los pactos con Podemos y con ERC que le van a permitir seguir durmiendo en el famoso colchón de La Moncloa. Del acuerdo con Podemos sólo conocemos y oficiosamente que Pablo Iglesias se ve ya como vicepresidente en el futuro Ejecutivo, expectativa a la que se añade –pero solo son conjeturas– que Alberto Garzón, líder de los restos del Partido Comunista, podría ser titular de alguna cartera ministerial.
De los pactos con ERC sabemos lo que han sido las exigencias de los separatistas. Reclamaban y lo han conseguido que la Abogacía del Estado diera por buena una interpretación de la resolución del Tribunal Europeo reconociendo la condición de eurodiputado a Oriol Junqueras desde el momento en el que se proclamaron los resultados de las elecciones, reconocimiento que aparejaría la libertad hasta la publicación del suplicatorio para su procesamiento. En principio, dicha resolución no obliga al Tribunal Supremo a modificar la condena puesto que Junqueras fue juzgado cuando no era diputado y la sentencia es firme.
En este mar de los sargazos jurídico-político auspiciado por los separatistas con la intención de cobrar de Sánchez un precio lo más elevado posible a cambio de la abstención están discurriendo los últimos días del año mientras que por detrás de la cortina se ha ido fraguando el otro pacto, el que de la mano de las condiciones de Podemos nos va a llevar a un escenario político inédito en la España democrática. Amén de subidas de impuestos, sí hemos de avizorar lo que se avecina por lo que Iglesias venía defendiendo hasta la fecha, en el plano institucional se anuncia una etapa de profunda inestabilidad con iniciativas que obligarán a la oposición a plantar pie en pared. Sabemos que Iglesias y su partido en Cataluña coinciden con ERC reclamando una consulta de tenor separatista y también que hasta hace dos días Podemos era partidario de abrir un proceso constituyente. Cómo puede dar salida Sánchez a ésas demandas es otra de las incógnitas que traerá el Gobierno que con tanta opacidad están diseñando. Abocamos a una legislatura quizá no tan breve como algunos pronostican porque de Sánchez ya sabemos que su único objetivo es permanecer en el poder al precio que deba pagar en cada momento.