El cáncer no es una guerra

Ayer se celebró el Día Mundial contra el Cáncer. Una fecha en la que se hace un esfuerzo por visibilizar la investigación que se lleva a cabo para encontrar una cura contra esta enfermedad. 

Ahora mismo supone la segunda causa de muerte en nuestro país, solo superada por las enfermedades cardiovasculares. Aunque es cierto que la tendencia a subir de los últimos años se ha logrado romper esta vez y los fallecimientos originados por tumores se redujeron un 1,3% en 2018.

En esto sin duda incide las mejoras en los tratamientos. Cada vez sabemos más acerca de esta enfermedad y también disponemos de nuevos fármacos más efectivos y precisos. 

La inmunoterapia y los tratamientos dirigidos contra mutaciones concretas del tumor están adquiriendo un papel relevante y ya hay especialistas incluso que vislumbran un futuro en el que la quimioterapia sea cosa del pasado.

Más de una vez seguro que han leído que el arsenal contra el cáncer está aumentado, que estamos un paso más cerca de vencerlo o que aquellos que la padecen se enfrentan con ella de forma valerosa. Toda un plétora de metáforas bélicas que plantean como una batalla una enfermedad y que no siempre son beneficiosas para los pacientes.

¿Qué pasa cuando un tratamiento deja de ser eficaz? ¿O cuando el tumor progresa? ¿Es acaso una rendición? ¿Es que ha bajado los brazos y ha arrojado la toalla? Algunos pacientes ven estos contratiempos de su proceso como una derrota por todas estas comparaciones y acaban sintiendo un gran peso sobre sus hombros que no siempre es beneficioso. Se les conmina a luchar cuando pocas cosas están en su mano más allá de aceptar los tratamientos y sobrellevar la enfermedad de la mejor forma posible.

Por eso también hay voces que aprovechan días como el de ayer para recordarnos que es importante desterrar toda esta parafernalia bélica cuando hablamos de cáncer. 

Toda esta terminología combativa no hace más que añadir más presión sobre algunos pacientes, tanto desde su propia familia como desde su entorno más cercano que los invitan a plantarle cara al tumor. 

Aunque en un primer momento a algunos pueda suponerles un estímulo, cuando ven que su enfermedad progresa pueden sentirse más fracasados. Siempre hemos de recordar que los que no son capaces de superar un cáncer no es porque sean más cobardes ni tampoco más valerosos los que lo han logrado.

El cáncer no es una guerra

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