Sánchez no es Macron

Emmanuel Macron ya es presidente de Francia y ha optado por dos objetivos: devolver la esperanza a los franceses y unirlos de nuevo. No lo va a tener fácil porque carece de un aparato de partido, no se basa en una ideología que aglutine y tiene que construir una maquinaria que sea capaz de ganar, o al menos, no perder, las legislativas, para emprender las reformas que necesita Francia y que no se han hecho en las últimas décadas. Francia es un país viejo en sus estructuras, caduco en sus leyes y desesperanzado en sus gentes. Macron se ha cargado a los partidos tradicionales pero aún no ha hecho nada y no sabemos si le van a dejar hacerlo.
Su proyecto es muy parecido al de Adolfo Suárez en los años de la transición. Un líder que formó artificialmente un partido aglutinando diversas ideas, pero, sobre todo, buscando a los mejores y manteniendo la unidad gracias a la argamasa del poder y a la generosidad de muchos. La UCD fue capaz de impulsar las reformas que España necesitaba, pero se diluyó como un azucarillo cuando eso estaba hecho y cada parte buscaba su interés. Y desapareció con más pena que gloria fagocitando a su líder que no se resistió a morir y que solo ha sido reconocido muchos años después y no como se merecía.
Macron lo tiene casi tan difícil como Suárez y está construyendo un movimiento que no es de derechas ni de izquierdas, con políticos que abandonan las filas de los republicanos y de los socialistas porque saben que unos y otros se han suicidado por su incompetencia. La deriva de los partidos conservador y socialista no es una buena noticia para Francia porque deja sobre la mesa a un recién llegado sin seguridad sobre su futuro y a dos partidos extremistas con gran capacidad de crecimiento si Macron falla.
En España, las primarias del Partido Socialista no solo no están contribuyendo a su unidad y a su fortaleza sino que pueden acabar con él. Si Sánchez gana, y claro que puede ganar, el panorama político nacional puede dar un vuelco importante y llevar al PSOE a la ruptura y al país al desgobierno. Sánchez no es Macron, no va a tratar de unir a todos, ni siquiera a los socialistas, ni va a devolver la esperanza a los españoles. Sánchez viene con espíritu de venganza contra el aparato y hará lo imposible por alcanzar el poder... con quien sea... y contra Rajoy. Y una buena parte de la izquierda, sobre todo la más extrema, comparte ese mensaje que abomina de todo lo que representa la derecha y que no está por el diálogo sino por la imposición.
Ni Sánchez ni los otros candidatos socialistas tienen una respuesta nueva, original, seria para la nueva sociedad que se está construyendo a enorme velocidad. El PSOE carece de una agenda, de un programa, de un proyecto. Y esta guerra fratricida que están sosteniendo puede llevar a su disolución, lo que sería muy grave para el conjunto del país, porque daría todo el poder a la izquierda más radical y más simple... A España no le vendría mal un Macron y alguno hay en las filas del PP. En las del PSOE, no lo veo. Lamentablemente para los socialistas lo que se ve no anima a la esperanza.

Sánchez no es Macron

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