O Castrillón no es un buen barrio para la Marea, nasía pa’ganá. El propio Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, lo reconoció a la conclusión del Dillo ti –que a min me da a risa– al asegurar que había sido el de temperatura más alta de todos los celebrados. Claro, castigó a los vecinos a un año más sin piscina, en la que hubiese podido darse un remojón, qué esperaba. Pero la cosa ya venía calentita desde el principio, pues el primero de los asistentes que tomó la palabra ya aventuró cuál iba a ser la respuesta del alcalde: “Le voy a decir lo que contestará: Parole, parole, parole...”. Lo clavó. La moderadora, un papel que se supone que se reserva a una persona imparcial, se echaba las manos a la cabeza ante semejante insolencia. El consejo de otro de los intervinientes puso a ferver al Príncipe de las Mareas: “Prescinda de cuatro o cinco mangantes que tiene en el Ayuntamiento”. Vamos, que está más que claro que los coruñeses ya saben de sobra cómo se las gasta la xente do común.