Los parias del tren

Hay una manera de no llegar a Badajoz desde Madrid, o a Madrid desde Badajoz: en tren. Ni a Badajoz, ni a Cáceres, ni a Mérida, ni, por su puesto, a Lisboa por la ruta tradicional de Extremadura. 

El desmantelamiento de la red ferroviaria llamada convencional, la del tren de toda la vida, con el cierre masivo de las líneas que articulaban el territorio a mediados de los 80 del pasado siglo, se ensañó brutalmente con la región extremeña, dejando al millón largo de sus habitantes sin ese recurso esencial: sin AVE, sin conexión ferroviaria con el norte y sin un tren digno de ese nombre para, siquiera, llegar a Madrid.

2019 amaneció para los viajeros del tren que une, es un decir, Madrid y Extremadura con un nuevo incidente que les dejó tirados en la noche, en mitad de la nada. Vía única, material rodante inadecuado, paupérrimo mantenimiento, tramos con las traviesas de madera originales del siglo XIX, planificación negligente, tales son algunos de los factores que han sumido a los extremeños en la desesperación.

El año 2019 ha empezado así para ellos, tal como terminó el año 2018 y acabaron los años anteriores desde hace mucho, en tanto el Estado presume de ser el del segundo país del mundo con más líneas y kilómetros de Alta Velocidad, el tren de los ricos, el de la seguridad, la puntualidad y el confort.

Dejando a un lado la circunstancia de que el primer AVE debió ser el que uniera España y Portugal, Lisboa y Madrid, pasando, como es natural, por Extremadura, no se concibe que a una región como Extremadura no se le dotara, mientras llegaba o no llegaba el AVE mil veces prometido, de una infraestructura ferroviaria renovada, adecuada para unas circulaciones fiables y dignas. Pero la desidia de la Administración, si es que no el desprecio, ha llegado al extremo de racanear con el gasoil de las locomotoras de la línea, quedándose éstas alguna vez sin combustible a mitad del viaje, o en condenar éste a una infernal duración de más de seis horas, sin contar los habituales retrasos.

Clausurada la línea que unía la región con el norte, desviado el Lusitania Express por Salamanca, reducida la comunicación con Madrid a una sola vía obsoleta y sin electrificar, Extremadura representa la más acabada imagen de la víctima de un progreso equivocado y antisocial. 

También Granada (¡tres años sin tren alguno!), Almería, Soria y tantas otras ciudades a las que el siroco destructor del tren convencional, el de toda la vida, dejó incomunicadas por su “escasa rentabilidad”. Hay una manera de no llegar, o de llegar tarde y mal, a Badajoz: en ese tren.

Los parias del tren

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