Mariló Montero se supera a sí misma. Lo último, un simulacro de quitarse unos guantes infectados de ébola ante toda la audiencia y en directo. No sé qué pretendía demostrar, si lo fácil que era la operación, o lo ridícula y patética que puede llegar a ser una presentadora en directo. Consiguió más lo segundo que lo primero, porque después de seguir unas instrucciones escritas y en el último momento el guante quedó prendido entre sus dedos y se dedicó a agitarlo frenéticamente hasta desprenderse de él. De haber sido un episodio real, habría infectado a todos los presentes en el plató. Ciertamente no comprendo cómo el mal gusto y el atrevimiento sin límites de esta conductora televisiva le lleva a semejantes representaciones, pero está claro que tiene una tendencia natural a meter la pata y a tocar asuntos de los que no sabe nada de nada y, lo que es peor, de los que ni siquiera se informa mínimamente. ¡Y eso en la televisión pública!