Cuando uno piensa en un ladrón, se lo imagina llevándose oro, dinero, piedras preciosas o alguno de esos objetos exclusivos a los que solo tienen accesos unos pocos. Sin embargo, en el rural gallego hay un material que hasta ahora era despreciado por casi todos y que tiene un gran valor: la piedra usada. Cercados enteros de piedra están desapareciendo y en zonas como Ourense, en el último mes se han denunciado siete sustraciones de este tipo. La culpa de esta nueva tendencia, cómo no, la tiene el Levante español. Resulta que la piedra gallega, curtida por los elementos durante décadas, es muy apreciada en la costa mediterránea y se utiliza tanto para la construcción de viviendas como para la realización de jardines artísticos y, ya se sabe, cuando hay demanda de algo siempre existe alguien sin escrúpulos ni principios dispuesto a conseguir ese material como sea, aunque para ello tenga que recurrir a robarlo.