La relación sobrecalentada que mantienen los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y EEUU, Donald Trump, entró ayer en una nueva fase de pragmatismo, en la que ambos optaron por buscar acuerdos en las causas comunes y obviar sus diferencias.
Las chispas dieron paso a los guiños, al menos por un día. Quizá imbuidos de la solemnidad de la ocasión, el 75 aniversario del desembarco de Normandía, los dos líderes guardaron las pullas y ensalzaron su “excepcional relación”, en palabras de Trump.
El último paso del estadounidense por París, en noviembre (por otra efeméride, el centenario de la I Guerra Mundial), había dejado un rastro amargo merced a sus mensajes incendiarios contra Macron y Francia.
En esta ocasión, Trump prefirió no desenfundar sus “tuits”. El Día D fue una de las mayores muestras de la amistad entre ambos países, y nadie quiso salirse del guión: los vínculos entre Francia y EEUU son “indestructibles”, coincidieron ambos presidentes.
“Cada vez que la libertad y la democracia están en juego, trabajamos juntos estrechamente, y seguiremos haciéndolo. Así que gracias por esta amistad, y gracias por lo que su país hizo por el mío”, dijo Macron.
Y a esa zona de la costa del norte de Francia –donde el 6 de junio de 1944 desembarcaron más de 150.000 soldados en cinco playas que recibieron el nombre en código de Gold, Juno, Sword, Utah y Omaha– también acudieron un grupo de coruñeses.
Se trata del presidente de la Asociación de Amigos del Museo Militar de A Coruña, Manuel Arenas, acompañado de otras personas, que viajaron hasta Normandía para recordar a Manuel Otero, natural de Serra de Outes y el único español que participó en el desembarco, donde encontró la muerte.