Reportaje | Una fenesa experta en la excelencia académica absoluta

Reportaje | Una fenesa experta en la  excelencia académica absoluta
La galardonada está ahora preparando su tesis doctoral y aspira a convertirse en docente | jorge meis

La pasada semana la Xunta de Galicia publicaba la resolución de los premios de fin de carrera que otorga cada año a estudiantes brillantes que hayan realizado sus estudios en alguna universidad gallega. En esta ocasión las  mujeres sobresalieron notablemente sobre los hombres, 46 frente a 22.
Precisamente, la nota más elevada del galardón tiene nombre femenino: Érika Diz Pita, de 24 años y natural de Fene, quien acabó su grado en Matemáticas con un 9,79 de media. No obstante, esta no es la primera vez que la joven fenesa obtiene un reconocimiento a su magnífico expediente académico pues al acabar sus estudios de Bachillerato con un promedio de 10, cursado en el IES de Fene, también obtuvo el premio a la excelencia de la Xunta. Además, acaba de terminar en julio su Máster en Matemáticas con una media de 9,975.
A pesar de todo, Érika admite que fue todo una sorpresa para ella ser la mejor nota de Galicia y aunque afronta con ilusión el reconocimiento no es debido a esta causa. “El hecho de ser o no la nota más alta al final no tiene importancia, pero sí que me ilusiona ver que hay una recompensa al trabajo hecho y a lo que me he esforzado”, admite.
La gallega sacó el selectivo con una nota elevada y, por este motivo, decidió optar en su primer año por la Arquitectura, pero pronto se dio cuenta de que aquello no era lo suyo. “No me gustaba en general, tanto el contenido de la carrera, como los docentes e incluso el ambiente. Sentía que no estaba aprendiendo nada”, cuenta.
Por suerte pronto volvió a reorientar su trayectoria universitaria y optar por las matemáticas. “Viniendo de arquitectura llegué a matemáticas y daba gusto trabajar allí, en todos los sentidos Había un ambiente fantástico, aunque admito que es una carrera más difícil. Pero me gusta, no al nivel de apasionarme como les ocurre a alguno de mis compañeros, yo en mi tiempo libre prefiero dedicarlo a otras cosas”, relata.
Precisamente, la estudiante está en contra de la imagen preconcebida del alumno estudioso. “No estoy de acuerdo con el típico estereotipo de que una persona con un buen expediente nunca sale y no tiene vida más allá de sus estudios. Si solo estudiase mi vida sería un poco agobiante y vacía. Evidentemente cuando estás en época de exámenes no puedes ir de fiesta, pero el resto del curso intentas buscar tiempo tanto para salir como para tomar algo con tus amigas o hacer otras cosas que te gusten. Hay días para todo”, señala.
Érika asegura que no utiliza ningún método distinto para estudiar, “de hecho no creo que nadie disponga de uno”, y aunque su horario de estudios es bastante irregular cree que la clave está en saber organizarse. “Yo creo que la mayor dificultad de cualquier carrera es la organización.  El sistema educativo aquí es un poco caótico y a lo mejor de repente te encuentras con tres exámenes en una misma semana o controles de todas las asignaturas del cuatrimestre y sin orden cuesta afrontar esa acumulación de trabajo. Siempre se escuchan las críticas de padres y docentes de que uno debe organizarse desde el principio, pero tampoco puedes. Al inicio del curso no tienes materia para estudiar, ni ejercicios que hacer y, a medida que va pasando el tiempo, los profesores deciden ponerte los trabajos a la vez. Ahí es cuando empiezas a dedicarle más horas.”, explica.
Actualmente Érika está elaborando su tesis doctoral con una beca que, además de darle un incentivo monetario mensual, le permitirá impartir clases en la facultad. 
Es precisamente la docencia el objetivo a medio plazo de la fenesa que aspira a cambiar la forma en que se imparte las matemáticas, que considera no es la más adecuada y a formar a alumnos tan o  más excelentes que ella misma. “Algunos creen que cada vez vamos a peor y otros al contrario. Yo soy de las que piensan que lo que pasa es que somos distintos porque también creo que la enseñanza debe adaptarse a los tiempos. Ahora hay que memorizar menos porque la información la podemos buscar y obtener de manera inmediata. Siempre van a existir alumnos excelentes pero serán diferentes a como somos ahora, igual que nosotros lo somos a los de hace 30 años”, explica. 
Érika explica entusiasmada que le hace sentir bien poder ayudar a la gente y enseñar es el mejor modo de hacerlo y, al mismo tiempo, seguir aprendiendo. l

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