Una vecina de Ares apátrida acude al Rey para conseguir una nacionalidad

Una vecina de Ares apátrida acude al Rey para conseguir una nacionalidad
katia kempa rahja, ayer saliendo de los juzgados de ferrol daniel alexandre

Katia Kempa Rahja, de 37 años y vecina de Ares, se ha convertido en una habitual de los juzgados y la Comisaría de Policía, no porque haya cometido algún delito, sino porque no consigue resolver un grave problema que viene arrastrando desde hace tiempo y que tiene que ver con su nacionalidad, que no tiene.

Gracias a que es una persona muy extrovertida y alegre, los más de diez años que ha invertido en gestiones, sin resultado positivo por el momento, no han logrado minar su ánimo y sigue empeñada en conseguir su objetivo, que le borren del DNI “sin nacionalidad” y todo lo que eso conlleva.

Nació en Melilla, se crió en Córdoba y lleva 16 años en Galicia, pero en su DNI figura “sin nacionalidad”

Katia no ha dudado en acudir a la Casa Real en busca de ayuda y en el acuse de recibo del correo electrónico que dirigió a Don Juan Carlos se le comunica que su caso ha sido remitido al Ministerio de Justicia “para que lo estudie y, en su caso, le haga llegar directamente la resolución que proceda”.

El caso de esta aresana apátrida es muy peculiar. Nació en Melilla, de madre marroquí y padre alemán. Fue inscrita por su progenitor en el juzgado especial de Melilla y cuando tenía tres años nació una segunda hija del matrimonio, María Kempa, que en la actualidad vive en Pontevedra y se encuentra en una situación similar a la de Katia.

A los pocos meses de venir al mundo su segunda hija, el padre las abandonó a las tres y desde entonces no saben nada de él.

Katia estuvo interna hasta los 18 años en un colegio de monjas de Córdoba, del que salía en vacaciones para ir a visitar a su madre en Melilla. En agosto de 1996 se fue a vivir a Pontevedra y allí conoció al que es su marido, con el que se casó por la Iglesia Católica, y con el que tiene una hija de ocho años, que ya nació en Ares, donde residen ahora.

Katia trabaja en una cafetería-churrería de la villa aresana y en la actualidad se está preparando para obtener el carné de conducir. Todos los trámites que conllevan estos pasos que dio en su vida –matrimonio, trabajo, carné...– supusieron para ella un esfuerzo extraordinario, por la necesidad de presentar toda la documentación de que dispone e incluso más. A modo de ejemplo, refiere que para presentarse a los exámenes de conducir tuvo que aportar la partida de nacimiento y el libro de familia de sus padres.

En cuanto a su situación laboral, su jefa, Manuela Varela, asegura que tuvo muchos problemas para poder contratarla y darla de alta en la seguridad social.

Según explica Katia, el problema radica en que su madre, al ser musulmana, no puede inscribirla en la Embajada de Marruecos. Este inconveniente podría solventarse si su padre la inscribiera en Alemania, pero el hecho de no tener noticias de él desde hace tantos años, ni siquiera saber si está vivo o muerto, hace inviable esta posibilidad.

Mientras tanto, Katia sigue sin poder ejercer el derecho al voto y sin posibilidad viajar al extranjero, y se pregunta cómo es que la gente que viene en pateras a los tres años tienen regularizada su situación en España, al igual que las mujeres extranjeras que paren aquí. “Yo cotizo a la Seguridad Social y a Hacienda, por lo que reclamo mis derechos y mi nacionalidad”, apunta, añadiendo que está “indignada” por tener que pasar el tiempo entre el juzgado y la Comisaría, sin que solucionen su situación.

Una vecina de Ares apátrida acude al Rey para conseguir una nacionalidad

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