Compañeros y familiares despiden al agente lazado al tren por un inmigrante

Compañeros y familiares despiden al agente lazado al tren por un inmigrante

Cientos de agentes de las fuerzas de seguridad despedían ayer entre aplausos a Francisco Javier Ortega, el agente de la Policía Nacional de 28 años que falleció el viernes al ser arrollado por un tren después de que un inmigrante, al que trataba de identificar, le arrastrara hasta caer ambos a las vías.

Los familiares y compañeros del agente asistían a una sencilla ceremonia religiosa en el complejo policial de Canillas para despedir a Ortega, a quien, a título póstumo, se le imponía la medalla de oro de al mérito policial, la máxima distinción del cuerpo. Durante toda la noche del viernes, la familia del agente, huérfano, veló el cadáver en esas dependencias, donde se instaló la capilla ardiente una vez practicada la autopsia.

Tras el acto, al que no pudieron asistir los medios de comunicación por expreso deseo de la familia, el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, recordó que los agentes, en su labor de garantizar la seguridad de los ciudadanos, pagaban en ocasiones el “precio más alto que se puede pagar, que es dar la propia por los demás”. Cosidó calificaba los hechos de “homicidio” y explicaba que, tal y como puede comprobarse en las grabaciones del suceso, el inmigrante, que permanece en estado grave en el Hospital 12 de Octubre de Madrid, arrastró intencionadamente al agente para que fuera arrollado por el tren en la estación de Cercanías de la plaza de Embajadores de la capital.

A falta de lo que determine la autoridad judicial, Cosidó declaraba que el policía murió en un acto que “claramente” se puede “calificar como un homicidio”. El máximo responsable del cuerpo explicaba que en los vídeos supervisados “se ve claramente que hay una intencionalidad en llevarse al agente a la vía del tren y arrojarle cuando un convoy estaba aproximándose”. Antes de la misa, Cosidó entregaba a la familia la bandera española que cubría el ataúd y la gorra del fallecido.

Desde la calle se pudo escuchar “La muerte no es el final” y poco después se introducía el féretro en el coche fúnebre para partir hacia Ávila, su ciudad natal y donde será enterrado. Cosidó estuvo acompañado en el acto por la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que expresaba su reconocimiento a todos los policías que diariamente están en la calle prestando el servicio de seguridad para garantizar la libertad de los ciudadanos.

Compañeros y familiares despiden al agente lazado al tren por un inmigrante

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