“La alergia a pescados y mariscos. Experiencia en nuestra área sanitaria” es el título de la conferencia que impartió la responsable de la consulta específica de Alergias Alimentarias del CHUF, Vanesa García Paz, en el congreso Alergonorte celebrado este fin de semana en Oviedo.

En esta consulta, inaugurada en 2017 y siendo la primera monográfica de alimentos de Galicia, atiende tanto a intolerancias como a alergias, como, por ejemplo, de la enterocolitis inducida por proteínas de alimentos de dieta, de la cual habló García Paz en la capital asturiana.

Aunque la prevalencia y causas de este tipo de alergia aún no están concretadas, esta especialista valoró a 28 pacientes del área sanitaria ferrolana y concluyó que la entercolitis era, fundamentalmente, debida a mariscos bivalvos, crustáceos y pescados.

Durante su intervención ayer en Oviedo, Vanesa García se remontó a la propia historia del hombre y el pescado como alimentos base de la dieta litoral y también a la cultura castrense para acreditar que ya existía alguna factoría de salazón de pescado en esa época, como en el castro de A Lanzada.

Volviendo a la actualidad, la profesional del CHUF recordó que España es el segundo país consumidor de pescado de Europa, solo por detrás de Portugal. García Paz cerró su ponencia poniendo especial atención a la dieta atlántica como dieta saludable y sinónimo de herencia cultural y gastronómica para la población, explicando el decálogo de hábitos saludables alimentarios.

Alto consumo de pescado y marisco, al menos tres o cuatro veces por semana; abundancia de vegetales, patatas, cereales y legumbres; consumo de frutas y hortalizas; aceite de oliva como aderezo en crudo; lácteos, sobre todo fermentados por su beneficio para la flora intestinal; consumo de carne moderado; ingesta de abundante agua; sencillez en la elaboración de los platos, primando la calidad de las materias primas; comer lentamente; y actividad física diaria, completan las normas esenciales de una buena dieta atlántica.

Las reacciones alérgicas a las proteínas alimentarias constituyen, en la actualidad, un problema de salud pública, ya que está aumentando su prevalencia y aparecen, en muchos casos, en los primeros años de vida, siendo también su impacto familiar y escolar alto.