Animalitos

Las palomas miran de diferente manera que las gaviotas. Las palomas observan primero con un ojo y después girando la cabeza con el otro. Están nerviosas alrededor de la mesa donde adivinan que hay comida, que existe una tapita. Se acercan, dan la vuelta y crispadas te examinan y acechan como si supiesen que son el Espíritu Santo. Las gaviotas y sus graznidos son salvajes como el mar, rudas, deshumanizadas, nada bíblicas y cuando perciben comida no están de broma. Hace ya tiempo que los barcos de pesca las aproximaron del mar a la tierra, pero han recogido lo peor del hombre, son poco solidarias y harpías. Las dos especies ahora comparten con nosotros las terrazas aunque todavía no ponen dinero, ni invitan , ni pagan a escote. No saben lo que es un vaso, un cenicero, una taza, solo están hambrientas. Los dueños de las terrazas cobran lo mismo con gaviotas, con palomas o con los gorrioncillos revoloteando. Las gaviotas, como dice algún twittero graznan y también “gagan” sobre los coches y te los dejan perdidos.

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