Sorprende la realidad política

Traje a este comentario hace unos años una viñeta de Máximo que presentaba a Dios sobrevolando la tierra y viendo lo que ocurría aquí abajo decía: “me sorprende a veces la realidad”. Seguro que el humorista también se sorprendería hoy con lo que se ve a ras de suelo, sin tener que mirar desde las alturas. 
Son muchos los ejemplos: el episodio del ministro Ábalos; la anunciada reforma del Código Penal para “perdonar” a delincuentes; la creación de un órgano para coordinar Ciencia y Universidades, dos ministerios que separaron para repartir el botín; devaluar España Global, la Secretaría de Estado para combatir las mentiras del procés y preservar la reputación de España; El IVA que Hacienda retiene a las autonomías… Todo esto y más en solo veinte días de Gobierno. Mientras, la oposición anda desorientada, perdida en querellas, petición de dimisiones y divisiones internas. 
Tanta deriva errática tuvo el jueves pasado otros dos episodios que merecen unas líneas en este comentario. El primero fue la rectificación del Gobierno obligado a “reconvocar” la mesa de diálogo con Esquerra Republicana después de anunciar su retraso. 
Es una prueba más de su rendición a este partido y a su líder, condenado por sedición y malversación que dice volverá a declarar la república catalana. La sumisión continuará el jueves cuando el presidente Sánchez se reúna con Torra, otro delincuente desposeído del escaño que, dice Alfonso Guerra, “es un hombre de paja que está trastornado”. 
El segundo episodio lo protagonizó el líder de UGT. Los agricultores de Extremadura, de Jaén y de Castilla están en pie de guerra asfixiados por los costes de producción, los bajos precios y la caída de la rentabilidad que “nos impiden sobrevivir” y para el sindicalista Pepe Álvarez estas revueltas son “una protesta de terratenientes y carcas de la derechona”, palabras que le inhabilitan para representar a los trabajadores. 
Son algunos retazos de la realidad política y sindical. La capitulación del Gobierno –que puede acabar hipotecando el futuro de España– degrada la democracia, indigna a los ciudadanos y asombra en Europa en donde ningún dirigente con “talento democrático” pacta con los que quieren destruir al Estado. La parida del sindicalista, que no pidió disculpas, también indigna a los trabajadores del campo que dicen ya “no nos representa”. 
Es lo que hay. Se arrogan atribuciones que la sana razón democrática no les otorga y, lamentablemente, esta forma de ejercer el poder puede ser el presagio de que “cosas veredes que farán fablar las piedras”. 

Sorprende la realidad política

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