Lo que está haciendo la izquierda más asilvestrada con la sanidad pública es deplorable. Han decidido someter a la población a un estrés innecesario para utilizar política y electoralmente un bien común que está altamente valorado por la población. La proximidad de las elecciones de mayo les obliga a retorcer la realidad para despistar al respetable sobre los problemas que nos afectan cada día.
Mientras la ciudadanía sobrevive entre las subidas constantes de precios de todo, el gobierno legisla para sus socios separatistas y borra el delito de sedición o desdibuja el de malversación, los socialistas andaluces van entrando en prisión por la sentencia de los ERES andaluces y un largo etc. de despropósitos que llevan la firma de Sánchez, la izquierda ha decidido poner en duda la calidad de nuestra sanidad pública para atacar a sus adversarios políticos. Empezaron por Madrid, Ayuso es un enemigo a batir y los ataques a la sanidad madrileña tienen un tufo a política de baja estopa que da asco. Pero han decidido extender la sombra de la sospecha sobre la sanidad pública en todas las comunidades donde no gobierna la izquierda.
En las tertulias de radio y tv caracterizadas por su sesgo izquierdista, no pierden oportunidad para atacar la sanidad de todos, hasta el punto de poner imágenes de un hospital de Barcelona con las urgencias saturadas mientras el audio se refiere a Madrid.
Tocan fibra sensible, porque la cosa sanitaria nos interesa a todos y siembran la desesperanza y el apocalipsis entre una población que no puede evitar la recepción de todos esos mensajes que nos atemorizan y confunden, consiguiendo así una pérdida de confianza de los ciudadanos en su sanidad y un descrédito de la misma que no beneficia a nadie y nos perjudica a todos. Es un ataque irresponsable y electoral.
Que nuestros sanitarios debieran estar mejor pagados no lo dudo, estoy convencido de ello, pero de ahí a decir que estamos con una sanidad tercermundista es pura soberbia y además es mentira. Manipular la realidad es un área en la que la izquierda ha demostrado cierta destreza y también gran torpeza en muchas ocasiones. Los excesos verbales se dan de bruces con la realidad y cuando se pretende focalizar en una sola comunidad un problema que es general en toda España, la gente del común, como dice la izquierda, se da cuenta, lo percibe y reacciona en sentido contrario al que pretenden los alborotadores.
Fíjense que insisten en que la competencia sanitaria es responsabilidad de las autonomías, pero no piden que se cierre el ministerio de sanidad que, según ellos mismos, no vale para nada y nos cuesta mucho, eso no porque gobierna la izquierda. En su libro 1984, George Orwell describe perfectamente como se manipula el pasado y se pueden llegar a borrar de la memoria colectiva hechos ciertos a base de repetir reiteradamente una mentira y cuando se dispone del BOE cada día resulta más sencillo si cabe.
La sanidad pública española es de calidad y el servicio que nos prestan los sanitarios también, pero no por su trabajo en la pandemia, que también, si no desde siempre. Que es mejorable con más recursos, seguro, pero de ahí a concluir que estamos desamparados sanitariamente es una exageración, una gran mentira que se evaporará, no lo duden, al día siguiente de las elecciones. En política, no debía de valer todo.