Triste y lamentable

Todos tenemos algún familiar, amigo o vecino cercano que ha tenido que  emigrar, en algún momento de su vida, en busca de oportunidades. Unos de manera legal y otros muchos sin papeles que han podido legalizar su situación, en el país de acogida, tras tener la suerte de encontrar un puesto de trabajo. Algo similar sucede, actualmente, con los centenares de inmigrantes ilegales que cada mes se acercan a las fronteras con Europa para saltar el Estrecho o cruzar el Mediterráneo para buscar una nueva oportunidad, ante la miseria, la guerra o la falta de empleo y recursos en sus países de nacimiento o residencia. 
 

Tenemos que dejar de ser hipócritas y no rasgarnos las vestiduras cuando vemos los asaltos multitudinarios a las vallas de Ceuta o Melilla, incluso con el resultado de muertes, porque es algo demasiado habitual. 
 

Muchos otros inmigrantes ya se quedan por el camino o bien sufren todo tipo de abusos por parte de las autoridades competentes, con total impunidad. Ahí seguimos mirando para otro lado, porque no va con nosotros y no vemos las imágenes en los medios de comunicación.
 

Lo triste y lamentable es que los africanos más vulnerables continúan siendo masacrados por los africanos más ricos o poderosos con el beneplácito de los gobiernos democráticos de países europeos que tienen intereses económicos y empresariales en esos territorios. En Marruecos, Senegal, Mauritania, Argelia, Guinea, Nigeria, Camerún y otros países africanos la democracia y la libertad brilla por su ausencia. La miseria económica y social de la mayor parte de su población es evidente. Los abusos de autoridad y la total impunidad de los gobiernos convierten en meros súbditos a sus ciudadanos. 
 

Por eso no tienen nada que perder y se lanzan a la aventura de encontrar una vida digna, a pesar del riesgo para sus propias vidas.

Triste y lamentable

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