Desde que tengo uso de razón, siempre he observado que intervenir en reunión o tertulia no es tarea fácil; lejos de mejorar esta circunstancia, hoy en día, quizás por las progresistas leyes de educación, meter baza en una conversación es, todavía, empresa más complicada; dándose situaciones, en las que se intenta imponer un criterio, a base de alzar la voz, o cortar la intervención.
Por coincidencia de fechas, desde que comencé la carrera de marino en Coruña y ejerciendo de profesional, tanto abordo como en funciones en tierra relacionadas, tuve la oportunidad de estudiar las diversas catástrofes marítimas que asolaron España: Urquiola, Casón, Aegean Sea, y Prestige. En todas estas circunstancias pude comprobar que todos sabemos de todo. Regímenes políticos intentando descargar sus responsabilidades en el capitán del buque, médico sentando cátedra en mercancías embarcadas, periodistas hablando de los “bidones radioactivos” en su viaje de Finisterre a San Ciprian, químicos de refinería explicando los radares marinos y maniobras, ingeniero de caminos opinando de rumbos y mandando el buque “al quinto pino”, y generalmente, en todos los casos, descartando la opinión de los verdaderos profesionales. En tiempos más cercanos, otras duras circunstancias como soluciones al COVID, terremoto de La Palma, a la inmigración ilegal y realojamiento de menores no acompañados o la Dana en Valencia, siguen dando que pensar y las explicaciones y responsabilidades distan de estar claras para el ciudadano de a pie.
Si bien es cierto que una persona no profesional en un tema puede tener una buena formación del mismo, no es lo habitual. Así, uno de mis conocidos, maquillador de cadáveres, es una enciclopedia náutica, por afición, lecturas y estudios no reglados. Por cierto, aprovechando la relación ya tiene una buena foto mía para que cuando pase al otro mundo me envíe bien maqueado.
Hace poco tiempo, en el fallecimiento del Papa Francisco, leía en un medio de comunicación, las firmes percepciones de un convencido comunista de que la derecha y por extensión los católicos sentíamos alivio por su desaparición; aun estando el Santo Pontífice en cuerpo presente, parece ser que a la inteligente persona le dio tiempo a hacer un estudio de campo, quizás asesorado por Tezanos debido a afinidad de ideología, del pensamiento de los católicos, al fin y al cabo somos pocos en el mundo: otro ejemplo de que todos sabemos de todo.
Pero ¿qué quieren que les diga? Yo me quedo con la sabiduría náutica de mi amigo el maquillador. Y del apagón y el AVE, ya ni hablamos