Solo queremos paz

Cada día me encuentro con gente cuya mirada muestra incertidumbre, quizá miedo y todos parecen querer sobreponerse a esa sensación pretendiendo ver luz al final del túnel. Posiblemente es una posición inteligente porque de nada sirve hundirse en la desesperanza, pero en el fondo, todos comparten un ambiente profundamente enrarecido, nada agradable y, desde luego, poco favorecedor para enfrentarse al día a día con la fuerza que se necesita. 
 

Cuando nos paramos a reflexionar sobre nuestra vida, nuestro presente y nuestro futuro descubrimos dificultades que, no habiendo provocado nosotros, nos afectan directamente y nos hacen la vida más difícil, entonces buscamos responsables que nos ayuden a entender las desdichas que sufrimos. En otros momentos la falta de paz social es imputable a grupos de gente que tienen como objetivo desestabilizar el sistema, pero hoy no es así. La gente tiene bastante con buscarse la vida para mantenerse y procurar a su familia un mínimo bienestar. 
 

Los rebeldes no somos los ciudadanos, inexplicablemente, los revoltosos están en el gobierno y cuando quien está al timón no sabe a donde va, el pasaje, todos nosotros, navegamos sin rumbo definido y precisamente ahí, nacen todas nuestras incertidumbres, nuestros vértigos y nuestros miedos. Alfonso Guerra, ahora denostado por los suyos, dijo en su día que “a España no la va a conocer ni la madre que la parió” y en eso estamos. Nuestro país ya no es reconocible, ni tan siquiera podemos garantizar que España siga siendo un estado de derecho, unido y seguro. Las concesiones de Sánchez a los separatistas están desdibujando la España que conocemos y, lo que es peor, el camino iniciado por el presidente no parece tener fin. Tras anular el delito de sedición, edulcorar el de malversación y retorcer las leyes para adaptarlas a sus intereses, los separatistas, que son insaciables, ya barajan un referéndum de autodeterminación que los aleje para siempre de España. 
 

En otro país, las palabras de algunos ministros negando tal consulta ante los medios de comunicación, podría tranquilizarnos, pero con Sánchez al frente, la palabra del gobierno cotiza a la baja. 
 

Todos recordamos aquel Sánchez que decía: “no dormiría tranquilo con Podemos en el gobierno”, o “con Bildu no negociaré, si quiere se le repito”, o “fue una rebelión”, o “no habrá indultos” y todo ello hoy sabemos que eran mentiras. El ambiente hostil que se vive en la política nos afecta a todos y tiene su proyección, no lo duden, en nuestras vidas cotidianas. El espíritu de la transición ha sido aniquilado, España ya no comparte un proyecto común y los españoles transitamos por un laberinto que parece no tener salida. 
 

Una vez más, recurro a la melodía que nos acompañó, de la mano de Vino Tinto, en los años posteriores a la muerte de Franco, se llamaba “Habla pueblo habla” y en su letra rezaba “no dejes que nadie apague tu voz, no dejes que nadie decida por ti”. Pues sí, están decidiendo por nosotros cosas de tanta transcendencia que ponen en peligro la propia existencia de España como la conocemos y sin escuchar ni testar nuestra opinión. 
 

Así las cosas, cada día somos más los que ansiamos vivir en paz, pero sepan que no será posible porque no nos dejan. Los responsables tienen nombres y apellidos y usted lo sabe.

Solo queremos paz

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