Tras haber dejado atrás el discurso socialdemócrata clásico que encarnó con eficiencia Felipe González, el PSOE lleva un tiempo perdido. El resultado es el simplismo dealguno de sus mensajes actuales. Sirva de ejemplo el lema aportado por Pedro Sánchez en uno de sus últimos actos en vísperas de la campaña electoral de las elecciones andaluzas: “Derechas o derechos”. Jugar con el miedo. Como si los ciudadanos no tuvieran memoria y en España, donde el centro y la derecha –desde la UCD al PP– que en conjunto han gobernado el país la mitad de los años que llevamos en democracia, no hubieran mantenido el Estado del bienestar. El intento de asimilar al Partido Popular con Vox, parece llamado a fracasar en la medida en la que, como digo, los ciudadanos tienen memoria. El mensaje del miedo ya no cuela.
Lo que el próximo 19-J está en juego en Andalucía no son dos modelos de sociedad. Lo que se juegan los andaluces y por extensión, mirando al futuro, lo que nos concierne al conjunto de los españoles es una forma de gobernar moderada ajena al clientelismo subvencionado –los ERE– o las ingenierías sociales destinadas a crear un marco mental determinado cuyo objetivo es consolidar nuevos dogmas como lo que llevan en la mochila los socios morados de Pedro Sánchez. Moreno Bonilla, el candidato del PP, avalado por la gestión de los tres años que lleva al frente de la Junta, y visto que ningún derecho les ha sido recortado a los andaluces, reclama un resultado que le permita gobernar en solitario. Es su manera de decir lo que le separa de los postulados de Vox. Que ante el exiguo tirón del candidato socialista, Juan Espadas, Pedro Sánchez se vea constreñido a implicarse directamente en la campaña es un hecho interesante porque más que a Espadas, a quien los andaluces van a pasar por las urnas es al propio Sánchez, de cuya manera de gobernar y alianzas tienen todos cumplidas referencias. De manera que, a la postre, va a resultar que quien se examina en junio es Pedro Sánchez.