Con mis mejores deseos

Con frecuencia, al despedir un año y dar la bienvenida al siguiente, hacemos balance de lo acontecido en los 365 días ya vencidos, y marcamos los deseos y buenos propósitos para los próximos doce meses. No iba a ser diferente en esta ocasión. Lo cierto es que 2023 no fue especialmente bueno para mí, pero como mi naturaleza rechaza la inacción y el pesimismo, estos días de transición de un año a otro se convierten en el momento perfecto para pensar en nuevos proyectos e ilusiones.


A nadie se le escapa que el resultado de las elecciones nos cayó como un jarro de agua fría a los que nos tocó estar al frente del Concello de Ferrol. Se ponía fin a un mandato con errores, por supuesto, pero también con grandes aciertos y avances para una ciudad que, a pesar de los duros momentos generados por la pandemia y otros sucesos que marcaron la economía mundial, comenzó a “despertar” y a creer en sus propias posibilidades. El crecimiento de población en los primeros meses de 2023, las cifras de creación de empleo, los datos de viviendas rehabilitadas o el número de turistas atraído por un patrimonio reconocido, constataron que, por fin, Ferrol comenzaba a caminar por la senda de la recuperación. Ferrol había iniciado su particular renacimiento.


Pero no hizo falta esperar a los cien primeros días de mandato para ver que esa visión de un Ferrol moderno, humanizado y transversal se iba a sustituir por unos criterios que más se asemejan a los de los 80 que a los que marca, entre otras, la agenda 2030. Cambios en proyectos en ejecución, como en la calle de la Iglesia, San Francisco —con enterramiento de restos medievales incluido— o la nave provisional; paralización y ralentización en acciones como el plan de envejecimiento saludable, obras en el rural o la promoción de la candidatura a Patrimonio Mundial y, sobre todo, la inexistencia de actuaciones de futuro, marcan la segunda mitad de 2023. En seis meses, el PP cambió, por un lado, lo que se estaba haciendo para meter su “cuño” particular (y, de paso, criticar la acción de gobierno anterior), y por el otro, se apropió del trabajo hecho para suplir su falta de proyecto. El ejemplo más descarado es el de la muralla de Irmandiños, una intervención que, como acredita la prensa de esos días, fue acordada en mayo por el entonces alcalde Ángel Mato con la ministra de Defensa, pero que ahora, sin contar incluso con proyecto más allá del redactado en 2010 por el socialista Vicente Irisarri, se adueña Rey Varela. Dicho esto, ojalá esta iniciativa, presentada en plena precampaña por el Partido Popular en la Xunta y Concello, no quede en electoralismo barato y se plasme, primero en esos proyectos que aún no existen, y después en actuaciones concretas que, sin duda, mejorarán notablemente la imagen de la ciudad.


Este proyecto, junto con el desarrollo del convenio con Defensa, la diversificación económica con el turismo como pieza clave pero sin olvidarnos de ese naval que sigue siendo el motor de la comarca, el saneamiento del rural, o la aplicación de las políticas sociales apoyadas por esas medidas recientemente aprobadas por el Gobierno de España, son algunos de los propósitos que debería marcarse el gobierno local para este 2024 y que, a los que nos toca estar en la oposición, ha de guiar nuestro trabajo diario.


En definitiva, les deseo, con independencia de que compartan o no mis opiniones, un próspero año. Y deseo, como no he parado de repetir en los últimos años, un Ferrol vivo. Feliz 2024.

 

 

Eva Martínez Montero es periodista y concejala del PSdeG en Ferrol

Con mis mejores deseos

Te puede interesar