El ser humano (y II)

Yeso, en el plano de la gestión y la administración pública puede significar, entre otras cosas, que los valores humanos del servicio público se hagan visibles precisamente a través de la función directiva en el sector público.
Ser más y crecer significa solventar nuestras carencias. Para eso se necesitaba atender, escuchar. Cuando nuestra civilización no es capaz de dar respuesta satisfactoria a tantos problemas como se le plantean, tenemos una obligación especial de prestar atención a las reclamaciones que desde los puntos más dispares se le hacen, y que a mi juicio constituyen en muchas ocasiones otras tantas llamadas a las que tenemos la obligación moral de responder. Es decir, estamos ante la obligación moral de responder a las expectativas frustradas, a las aspiraciones insatisfechas, a las reclamaciones desatendidas, y debemos encontrar una respuesta creativa, renovadora, que abra al hombre nuevas oportunidades de crecimiento y mejora. Hoy, en un momento delicado por la aguda y profunda crisis económica y financiera que nos asola, es especialmente relevante que desde la gestión pública se puedan atender de la mejor manera las reclamaciones y reivindicaciones de los sectores más golpeados, e las personas más desfavorecidas, de quienes no tienen voz, de quienes están pagando los platos rotos por otros actores del proceso económico y financiero. No atender estas demandas, y lo que es más grave, castigar al pueblo llano con la factura de lo que está aconteciendo constituye una de las más lamentables manifestaciones de la ausencia de ética en el ejercicio del quehacer público.


Las llamadas a la solidaridad y la atención a los problemas que quiebran la espina dorsal de la humanidad en tantos lugares del mundo y que los medios de comunicación nos hacen reiteradamente presentes, hoy dominados por la pandemia, reclaman nuestro esfuerzo continuado para hacer del mundo un lugar habitable para todos. Y eso significa de nuevo renuncia, esfuerzo, trabajo por colocar en el centro del orden social, político, económico, cultural…a la dignidad humana, no al beneficio, al voto o a la acumulación del poder. Ese es el desafío de este tiempo, un tiempo en el que de nuevo el pensamiento único, la sumisión y el vasallaje pretenden volver a dominar el panorama global. Espero que no lo consigan aunque por el momento domina en tantas y tantas instituciones que debieran ser democráticas.

El ser humano (y II)

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