El globo de Betanzos

En los años noventa el escritor gallego Julián Mandeo decía que “pocas ciudades tienen un pasado tan fecundo y tanta grandeza histórica como Betanzos, esta «mansión romana» a la que Enrique IV nombró ciudad y los Reyes Católicos designaron provincia”. Betanzos vivió épocas de gran prosperidad, con un comercio tan floreciente que en el siglo XIV, dice Carré Aldao, sus habitantes eran considerados los genoveses de España y en los dos siglos siguientes fue tal su esplendor que familias gallegas importantes se preciaban de tener casa allí. 
 

Pasaron los años, pero esta ciudad no mira a sus meandros con la nostalgia del mar perdido, sino que gasta sus energías viviendo el presente y se ofrece como un pueblo vivo y apacible, de convivencia y concordia. Cuenta con tres singularidades imbatibles: el Globo  que en agosto asciende a los cielos con la historia del pueblo contada en viñetas; Os Caneiros, la romería que reúne a las familias y hace las delicias de jóvenes y mayores; y la tortilla, su seña de identidad gastronómica, que satisface los paladares más exigentes. 
 

Pedro Rodriguez, el cronista de la Transición, siempre recomendaba a los políticos visitar Betanzos donde iban a encontrar serenidad y equilibrio para cumplir con su misión en el gobierno o en la oposición espantando rencores y crispaciones para mantener la cordialidad institucional.  
 

Lamentablemente, esas recomendaciones que el periodista Rodríguez daba a los políticos no los asimiló la actual corporación de Betanzos que está chapoteando en el fango, como en el “duelo a garrotazos” de Goya, echándose las culpas de que este año no vuele el Globo en San Roque, no estén programadas las “balconadas”, ni la semana de cine, ni la coronación de la Reina de las Fiestas… 
 

Romper la centenaria tradición del aerostato, único en el mundo en su género, y acabar con arraigadas costumbres propiedad de los betanceiros hay que imputarlo al “debe” del gobierno local. Los descendientes de Claudino Pita, que mantuvieron el Globo ¡durante 148 años!, se quejan del ninguneo del concello y del intento de manipulación y politización de la Fundación creada para mantener y consolidar esa vieja tradición. Y denuncian el retraso de un año en el pago a los colaboradores de 2022, una negligencia administrativa imperdonable en una administración eficiente, que ahora acaba de solucionar la regidora en cuatro días. 
 

La ascensión del Globo al cielo de As Mariñas debería ser como una metáfora de que sobrevuela y trasciende las ideologías y miserias políticas locales por ser un símbolo que pertenece a los vecinos, a todos los gallegos y merece ser conservado. Sea del signo que sea la corporación municipal. Dicho esto, betanceiros, ¡disfrutad de lo votado!

El globo de Betanzos

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