La Comisión Europea hizo públicas esta semana sus previsiones económicas. En el caso de España, mejora en una décima las anteriores. Es decir, el PIB podría acabar 2022 con un crecimiento del 5,6%, 1,4 puntos por debajo de lo que contemplan los presupuestos. La CE, además, muestra preocupación por la evolución de la inflación y la incertidumbre como frenos al consumo, lo que será un lastre importante. De hecho, no espera que el PIB en el primer trimestre crezca más allá del 0,6%. Bruselas cree que nuestro país no recuperará el nivel prepandemia hasta 2023, año y medio después que el resto. De hecho, del conjunto de países tanto de la UE como de la Eurozona, España es el farolillo rojo. La variación prevista para el periodo 19-22 nos deja un cuadro vergonzante. Si tomamos la referencia de la media de los países de la UE, la variación acumulada prevista es del 3,1%, en la eurozona del 2,5% y en España del -1,1%.
Si el repaso se hiciera por países, Irlanda sería el primero con una recuperación del PIB en 2022 un 27% superior al que tenían al inicio de la pandemia. Con porcentajes de recuperación entre el 10% y el 5% están países como Polonia, Lituania, Estonia, Rumanía y Eslovenia y con porcentajes entre el 4% y el 1,5% Finlandia, Grecia, Países Bajos, Francia, Austria, Alemania, Portugal o Italia. Ninguno de ellos está mejor que España por la gracia divina. Sus gobiernos vienen tomando medidas que han pasado por las ayudas directas a las empresas y por bajar los impuestos. Durante estos meses, hemos visto como nuestros competidores en el sector turístico bajaban el IVA de la restauración o, como decía, daban ayudas directas a las empresas para que pudieran seguir funcionando. ¿Ha hecho España algo parecido? La respuesta es no. Ni siquiera ahora que vamos rezagados el Gobierno se propone, como han anunciado ya muchos países de nuestro entorno, bajar los impuestos. Muy al contrario, el Gobierno de España propone un alza de impuestos masiva que atacará a todos los impuestos, empresas y tramos de renta, además de subir el SMI, las cotizaciones sociales y, en breve, los salarios.
Tampoco muestra intención de hacer absolutamente nada para frenar el precio de la energía, uno de los costes que está lastrando la recuperación de hogares y empresas. Ni ahora que la UE ha decidido conceder la etiqueta de verde a la energía nuclear, el Gobierno ha frenado su plan de cierre de las centrales españolas. Mientras Francia, por ejemplo, construirá hasta 14 nuevos reactores y prolongará la vida de los existentes. No puede sorprendernos ser el último de la fila. Si 26 van en una dirección y tú eres el único que va en sentido contrario, igual deberías pensar que el equivocado eres tú.