Abrir la puerta de Chus Peluquería y Estética en el 52 de la calle Galiano es adentrarse en un bullicio de secadores, esmaltes de uñas, cepillos y voces femeninas. Un negocio de toda la vida, latiendo en el corazón de Ferrol, al que sus clientas temen decir adiós desde que dos carteles de inmobiliarias anuncian en su escaparate que “se vende”.
María Jesús Castro, Chus, es la dueña de este emblemático salón de belleza y a sus 68 años ya le va tocando no tener que poner el despertador a las siete de la mañana. “Llevo 46 años trabajados”, admite con una sonrisa, pero con las energías de quien podría seguir en el tajo otro medio siglo más porque le hace feliz.
Recuerda que aprendió el oficio en la Academia de Tito, que estaba ubicada en la calle Dolores, y que pronto empezó a ejercer como empleada en Saudade y Llongueras. Fue en 1995 cuando al fin abrió su propio negocio y lo hizo en las modernas Galerías Ferrol, donde estuvo hasta su cierre. En aquel momento, hace 18 años, levantó por primera vez la persiana de la peluquería en la que sigue trabajando, ahora junto a Lupe, Raquel e Inés, que forman parte de su equipo.
Sin embargo, aunque tenga a la venta el espacio e incluso con la posibilidad de llevárselo con el mobiliario del negocio, Chus no oculta que “de momento, sigo, y si hay cambio, lo anunciaré con mucho margen para que nos dé tiempo a todo”, expresa, añadiendo que “no estoy esperando jubilarme mañana o pasado”.
En su caso, se le nota, el balance es “muy satisfactorio” y desde su posición ha ido viendo lo “muchísimo” que ha cambiado todo el mundo de la peluquería y la estética. “Ahora tenemos una forma distinta de arreglarnos, pero en Ferrol nos seguimos arreglando, que es lo importante”, valora.
En este sentido, confiesa que lo que más le ha sorprendido es que “la gente ahora se deja las canas. Antes nadie se dejaba ni una y ahora sí hay mucho pelo blanco, se atreven, es lo más impactante”, dice, afirmando que “a mí personalmente no me gusta, pero hay gente que está guapísima, mucho más que con el pelo teñido”.
Sin tener todavía claro a qué se va a dedicar cuando no se pase de 9.00 a 19.00 horas en su peluquería, Chus comenta entre risas que “no sé qué haré, pero algo haré”. Lo que sí tiene claro es que si hay una cosa que recordará con especial cariño de todos estos años son “las clientas, que son todas buenísimas”.
Teniendo en cuenta que la peluquería todavía sigue siendo un refugio para muchas mujeres y se crean vínculos muy fuertes, le comentamos que quizás haya ejercido más de una vez de “confesora”. “Bueno, ellas también nos aguantan a nosotras cuando tenemos un mal día. Es recíproco. La verdad es que son todas maravillosas y las quiero un montón”, finaliza Chus que, de momento, sigue al pie del cañón.