El programa Energy Star, una iniciativa voluntaria lanzada en 1992 bajo la administración del presidente George H.W. Bush, marcó un hito en la promoción de la eficiencia energética.
Originalmente enfocado en equipos informáticos como ordenadores, monitores e impresoras, el programa rápidamente expandió su alcance para abarcar una amplia gama de electrodomésticos, desde lavadoras y secadoras hasta frigoríficos y aires acondicionados, e incluso se extendió a la certificación de viviendas y edificios comerciales.
A lo largo de más de tres décadas, Energy Star se consolidó como un símbolo de ahorro energético y económico para los consumidores estadounidenses, y generó un ahorro estimado de quinientos mil millones de dólares.
Iniciado por una administración republicana y mantenido a lo largo de diferentes gobiernos, el programa Energy Star demostró una gran longevidad y un apoyo histórico. Por lo tanto, la actual amenaza a su existencia probablemente emana de un cambio en la ideología o las prioridades políticas, en lugar de una deficiencia fundamental del programa en sí.
Además, el carácter voluntario del programa, junto con su adopción generalizada por fabricantes y consumidores, pone de manifiesto su eficacia y el valor que aportó a ambas partes.
A pesar de no ser obligatorio, numerosos fabricantes optaron por participar, lo que indica que percibieron una ventaja de mercado o un beneficio genuino al destacar la eficiencia energética de sus productos. Los consumidores, a su vez, reconocieron y valoraron la etiqueta, lo que condujo a su amplia aceptación.
Ha sido durante este emes de mayo, cuando han surgido noticias que apuntaban a un plan de la administración Trump para poner fin al programa Energy Star. Esta información se ha dado a conocer en el contexto de una posible reestructuración dentro de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), la entidad que gestiona conjuntamente el programa con el Departamento de Energía.
Una de las teorías que se barajan para explicar esta posible terminación es que el programa podría ser un objetivo debido a su ubicación dentro de la División de Protección de Asociaciones Climáticas de la EPA. Se especula que la administración podría estar eliminando oficinas que incluyan la palabra "clima" en su nombre.
Otra perspectiva sugiere que el desmantelamiento del programa refleja una oposición más amplia a las iniciativas gubernamentales que buscan beneficiar a los ciudadanos.
Es importante recordar que la administración Biden también consideró brevemente la posibilidad de eliminar la certificación Energy Star para la mayoría de los electrodomésticos de gas natural, con el objetivo de impulsar a los consumidores hacia opciones eléctricas.
Sin embargo, esta propuesta encontró una fuerte oposición por parte de la Asociación Americana del Gas y otros grupos representantes de la industria del gas natural, quienes lograron que se abandonara la idea.
El hecho de que tanto una administración republicana como una demócrata hayan considerado alterar o eliminar partes del programa Energy Star, aunque por razones diferentes (una potencialmente ideológica, la otra centrada en la transición energética), destapa una dinámica subyacente compleja que va más allá de la simple política partidista.
La posible medida de Trump parece ligada a una reestructuración administrativa más amplia y posiblemente al escepticismo climático. La consideración de Biden, aunque finalmente desechada, estaba vinculada a un objetivo específico de política energética.
Además, algunos analistas han planteado la posibilidad de que grupos de la industria hayan resistido las actualizaciones de los estándares de Energy Star para reducir la competencia, lo que ofrece una perspectiva diferente sobre la potencial desaparición del programa.
Si se mantuvieron los estándares existentes para obtener una ventaja competitiva, es posible que no se hayan opuesto activamente a la finalización del programa, o incluso que hayan contribuido sutilmente a su vulnerabilidad al obstaculizar las actualizaciones necesarias. Esto introduce una capa de complejidad más allá de las acciones gubernamentales.
La noticia de la posible desaparición del programa Energy Star ha generado una notable insatisfacción. El Consejo Americano para una Economía Energéticamente Eficiente (ACEEE) ha emitido un comunicado en el que enfatizaba que la eliminación de Energy Star privaría a los consumidores de información esencial para elegir productos que les permitan ahorrar costes, y que potencialmente aumentaría las facturas de energía de los hogares.
Según Steven Nadel, director ejecutivo de ACEEE, deshacerse de la etiqueta Energy Star sería una forma eficaz de incrementar los gastos energéticos de las familias.
Diversas voces han argumentado que la eliminación del programa no beneficiaría a la población estadounidense y podría acarrear consecuencias negativas como la reducción de las características, la funcionalidad o el rendimiento de los productos, o incluso un aumento de los costes.
Jon Bostock, ex gerente de la unidad de electrodomésticos de General Electric, ha elogiado el programa Energy Star por impulsar la innovación y proporcionar valor a los consumidores. Aproximadamente 1.100 empresas y organizaciones instaron a la EPA a mantener la financiación íntegra del programa, lo que subraya el amplio apoyo que aún ostenta.
Si bien algunas empresas podrían haber resistido estándares más estrictos en el pasado, la reacción abrumadora a la posible finalización sugiere que la etiqueta Energy Star proporciona importantes ventajas de marketing, confianza del consumidor y potencialmente facilita la participación en programas de reembolso, superando cualquier preocupación anterior sobre la competencia.
Hay que señalar, que Energy Star está profundamente asociada con marcas como Nike y Coca-Cola, lo que resalta su profunda integración en la conciencia del consumidor y su valor como herramienta de marketing.
Este alto nivel de reconocimiento significa que la etiqueta tiene un peso significativo para los consumidores, y que influye en sus decisiones de compra. Su pérdida sería, por lo tanto, un golpe sustancial para los fabricantes que han invertido en obtener esta certificación.
Desde su inicio en 1992, el programa Energy Star ha generado ahorros significativos, tanto en términos económicos como ambientales. Se estima que ha evitado más de quinientos mil millones de dólares en costes de energía y ha prevenido la emisión de cuatro mil millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero.
Anualmente, el programa contribuye a un ahorro de aproximadamente cuarenta mil millones de dólares en costes energéticos. A nivel de hogar, se calcula que una familia promedio puede ahorrar alrededor de 450 dólares al año gracias a la utilización de productos y prácticas certificadas por Energy Star.
Además de los ahorros directos, el programa ha actuado como un catalizador para la innovación, incentivando el desarrollo de productos más eficientes energéticamente.
La certificación Energy Star también desempeña un papel fundamental en diversos programas de incentivos a la eficiencia energética gestionados por empresas de servicios públicos y gobiernos estatales.
La magnitud de sus ahorros de energía y costes atribuidos a Energy Star proporcionan evidencia concreta de la efectividad del programa a lo largo de su existencia, y desmuestran su valor no solo para los consumidores individuales, sino también para la economía y los objetivos ambientales.
El hecho de que las empresas de servicios públicos y los programas estatales dependan de la certificación Energy Star para los reembolsos indica que su desaparición podría interrumpir las iniciativas de eficiencia energética existentes y generar incertidumbre para los consumidores y fabricantes.
La etiqueta actúa como un punto de referencia reconocido para la eficiencia. Sin ella, estos programas necesitarían encontrar criterios alternativos, lo que podría generar confusión, retrasos y una menor participación.
En la Unión Europea, existe un sistema de etiquetado energético que clasifica los electrodomésticos en una escala de la A a la G, en función de su consumo de energía.
Esta etiqueta tiene como objetivo informar a los consumidores sobre la eficiencia energética de los productos y fomentar la compra de aquellos que consumen menos energía. En 2021, la etiqueta energética de la UE se actualizó, simplificando las categorías y buscando incentivar una mayor innovación en el campo de la eficiencia energética.
Además del sistema general de etiquetado de la UE, también existe un programa EU Energy Star, que opera en paralelo al programa estadounidense, centrándose particularmente en equipos de oficina como monitores, impresoras y escáneres.
Existe un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea para coordinar los programas de etiquetado de eficiencia energética para equipos de oficina, lo que facilita el comercio y la comprensión por parte de los consumidores.
Esta coordinación indica una historia de cooperación internacional en el etiquetado de eficiencia energética, que podría aprovecharse si el programa estadounidense sufre cambios. El acuerdo existente proporciona un canal de comunicación y potencial colaboración entre ambas regiones en materia de estándares y etiquetado de eficiencia energética, incluso si el alcance del programa estadounidense se altera.
El gobierno español ha demostrado un firme compromiso con la eficiencia energética como un elemento clave de su política energética y climática. Diversas iniciativas y regulaciones en España buscan promover el ahorro energético en edificios, electrodomésticos y otros sectores.
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) desempeña un papel determinante en la promoción de la eficiencia energética en el país.
El sistema robusto de etiquetado energético en la UE, que incluye un programa EU Energy Star, proporciona a España un marco para orientar a los consumidores hacia productos energéticamente eficientes, lo que podría reducir la dependencia y mitigar algunos de los impactos directos de la potencial desaparición del programa estadounidense.
La potencial desaparición del programa Energy Star en Estados Unidos podría tener diversas consecuencias para España.
Los consumidores españoles que estén familiarizados con la etiqueta y confíen en ella, especialmente en productos importados de EEUU, podrían verse afectados al no encontrarla. Esto generaría confusión y dificultaría la identificación de productos energéticamente eficientes.
Para los fabricantes españoles que actualmente utilizan la etiqueta Energy Star en productos que se venden dentro del mercado estadounidense, la desaparición del programa requeriría la adaptación a nuevas normativas o etiquetas de eficiencia que pudieran surgir en EEUU, o incluso eliminar un punto de referencia previamente establecido, lo que aumentaría la complejidad para las empresas.
Por otro lado, la desaparición de la etiqueta estadounidense incrementaría la importancia y la visibilidad de la etiqueta energética de la UE en España, reforzando su papel como principal indicador de eficiencia energética para los consumidores.
Los minoristas españoles que venden productos certificados con Energy Star necesitarían adaptar sus estrategias de marketing para destacar la etiqueta europea o cualquier otro estándar que pueda reemplazar al programa estadounidense.
España mantiene un firme compromiso con la eficiencia energética, tal como se establece en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030.
El país cuenta con diversas iniciativas y regulaciones destinadas a promover el ahorro energético en edificios, electrodomésticos y otros sectores. La eficiencia energética se considera un pilar fundamental para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y el cumplimiento de los objetivos climáticos nacionales y europeos.
Ante la incertidumbre que rodea al futuro del programa Energy Star en Estados Unidos, existe la posibilidad de que España refuerce aún más sus propios programas de etiquetado e incentivos a la eficiencia energética.
Sin embargo, el posible debilitamiento de una etiqueta de certificación reconocida a nivel mundial podría, indirectamente, afectar el impulso global hacia la eficiencia energética, lo que podría tener implicaciones más amplias para la cooperación internacional en materia de cambio climático.
Durante décadas, Energy Star ha servido como punto de referencia a nivel internacional. Su declive podría reducir su influencia y ralentizar la adopción global de estándares de eficiencia estrictos.