Reportaje | El ferrolano Manuel Aneiros, último testigo de la mayor batalla naval de la Guerra Civil

Reportaje | El ferrolano Manuel Aneiros, último testigo de la mayor batalla naval de la Guerra Civil
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La vida le tenía reservada una vida larga y plena a Manuel Aneiros Saavedra, el que muy problamente sea el último superviviente del hundimiento del crucero “Baleares” durante la Guerra Civil. Poco podía imaginar este ferrolano nacido en 1917 que tras lograr asirse a un madero lograría seguir con vida 82 años después de aquello. Y eso sin saber nadar. Aneiros constituye en sí mismo historia viva de un episodio que se cobró muchas vidas humanas, demasiadas. Su familia tiene el privilegio, pasadas ocho décadas, de poder escuchar de su boca lo acontecido aquella fría noche de marzo en aguas del Mediterráneo, cuando perdieron la vida 786 tripulantes.
En 2011 algunos medios de prensa del país señalaban que tras la muerte de otro superviviente se perdía al último testigo de esta cruenta batalla. “La verdad es que en esa ocasión nos apresuramos a desmentirlo, porque no nos parecía justo con mi tío, con lo que le tocó vivir en primera persona, que se dijera que ya no quedaban testigos de aquella batalla, el está aquí, con nosotros, a punto de cumplir 101 años y regalándonos detalles de aquel suceso que tiene muy presente en su memoria”, explica Isabel E. Rodríguez, sobrina de Manuel Aneiros. Considera que ahora, habiendo pasado más de 80 años de aquella batalla naval pocos protagonistas pueden seguir vivos, sobre todo teniendo en cuenta que su tío tenía entonces 21 años y era del grupo de marineros más jóvenes y hoy suma 100 y en unos días, el próximo día 10 cumplirá los 101. Y lo hará, como explica su familia, con los recuerdos intactos y con alguna laguna que otra propia de la edad.
El secreto de esta longevidad lo achaca su familia al hecho de haberse mantenido muy activo hasta hace poco. “En los últimos tiempos era habitual verlo en su cinta de caminar o su bicicleta estática, porque a la calle le da miedo salir solo”, explica su sobrina. Esta añade que se vale por sí mismo y que todavía vive solo en su vivienda en la calle Concepción Arenal.
La familia de este marino asegura que se siente tremendamente orgullosa de el y que disfrutan con sus historias, en especial la referida a aquel 5 y 6 de marzo de 1936 cuando el crucero “Baleares”, aquel gigante del mar de la Marina sublevada de 194 metros de eslora (solo 70 menos que el Titanic) se vino abajo tras impactar en su débil casco una cadena de torpedos de la Marina republicana que lo hundiría sin remedio y junto con el a cerca de 800 personas. Todavía hoy asegura sentir dolor en el brazo con el que logró agarrarse hasta la extenuación de un madero, una acción que le serviría para salvar su vida tras el hundimiento. También recuerda la gran satisfacción que sintió cuando ya en la cubierta del buque inglés que transportó a los supervivientes a la costa mallorquina pudo constatar que otro marinero herido al que había ayudado a subirse a otro madero había logrado salvar su vida al igual que el. En total se salvaron 435 marineros, entre ellos Manuel Aneiros, quien dedicaría toda su vida a la Marina, donde se enroló con 17 años, cuatro antes del hundimiento del “Baleares”. 
Este marino centenario también asegura que la suerte estuvo de su lado, ya que inicialmente estaba ubicado en la parte baja del barco, donde impactaron los torpedos, pero como necesitaban a marineros que supieran escribir lo cambiaron de zona, y esa fue la gran suerte pues de seguir en aquel punto del buque muy probablemente hubiese perecido como el resto de marineros.
Tras el suceso Manuel Aneiros estuvo destinado en el Ministerio de Marina hasta los años 70. Cuando alcanzó la edad de jubilación, ya como comandante, regresó a su ciudad y aquí sigue. No llegó a casarse ni tuvo hijos pero sí una vida feliz y plena rodeada de los suyos, que el próximo domingo 13 celebrarán con el sus 101 años. Posiblemente les regale alguna de sus emocionantes historias, esas que le ha regalado su larga vida y que disfrutan de primera mano todos los miembros de su familia, desde los más pequeños hasta los mayores, como cuando pasó un año en alta mar en el buque escuela de la Armada el “Juan Sebastián Elcano”, con el que dio la vuelta al mundo y pudo coincidir con el Rey Emérito Juan Carlos I.

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