En las próximas horas, días a lo sumo, se conocerá la sentencia del caso Elisa Abruñedo, la mujer de Cabanas violada y asesinada en septiembre de 2013 cuando daba un paseo muy cerca de su casa. El jurado ya ha considerado culpable a su autor, Roger Serafín Rodríguez, y solo resta por saber qué sentencia cumplirá. La Fiscalía pide 32 años y la acusación particular de los hijos de la víctima, representada por los abogados Rafael Díaz y Beatriz Rubín –ayudados en el caso por Paula Díaz–, un total de 37.
¿La sentencia va a estar más cerca de los 32 o de los 37 años?
Todo depende de si el juez declara la concurrencia de las agravantes que estábamos alegando. El fiscal pide dos agravantes –aprovechamiento del lugar y las circunstancias, y la alevosía– y nosotros cinco, es decir, además de estas dos, el ensañamiento, el abuso de superioridad –que puede estar implícita dentro de alevosía– y la agresión sexual por el hecho de ser mujer. Esta es una agravante discutible, aunque está más clara desde la reforma del 2015, pero buscamos subir esa horquilla de 32 a 37 años. A efectos prácticos de cumplimiento de pena, sería irrelevante porque no va a cumplir más tiempo que el máximo establecido. También pedimos, además de lo que hace el Ministerio Fiscal, unas penas accesorias: la prohibición de aproximación y una libertad vigilada, que se cumplirían una vez salga de prisión. Además, sobre la concesión de permisos penitenciarios y del indulto, el jurado se mostró conforme con nuestra petición de que no proceden.
¿Cómo han sobrellevado los hijos el juicio después de tantos años esperando el esclarecimiento del crimen?
Con la obsesión, primero, de que se descubriese de una vez quién había sido el autor, porque desde que sucedieron los hechos, en 2013, hasta que se detuvo al encausado estuvieron con la incertidumbre de no saber quién era ni hacia dónde avanzaba la investigación... Cuando Roger Serafín Rodríguez fue detenido en 2023, tuvieron cierto alivio, un respiro, porque les dio la posibilidad de que por lo menos se pudiese hacer justicia. Lo fundamental era que se cogiese al culpable.
¿Dudaron durante la década en la que se extendió la investigación de que se pudiese atrapar al culpable?
Al pasar tantos años es normal que tuvieran dudas. La esperanza nunca la perdieron, pero estaban encima, promoviendo que no cayese en el olvido, tanto a nivel social como de la investigación. Pero en diez años es normal que tuviesen momentos de desesperanza. La investigación siguió su curso y ellos eran conocedores de que el proceso continuaba, aunque no sobre el contenido específico de los avances, porque fue además muy laboriosa, muy ardua y necesitó su tiempo. Tuvieron sus fases de dudas, claro, sobre si se iba o no a resolver. Es normal.
La investigación fue un trabajo quirúrgico, un vaciado impecable de archivos históricos...
De la investigación en concreto no eran conocedores precisamente porque estuvo bajo secreto de sumario desde la aparición del cuerpo y el inicio de las diligencias hasta que detuvieron al encausado. Evidentemente no podía filtrarse ningún dato ni a la familia ni a terceros. La investigación en los archivos fue muy larga. Hay que tener en cuenta que el primer dato que da alguna pista es en 2016 cuando en un cribado voluntario entre propietarios de Citroën ZX de la zona, aparece una persona en Valdoviño apellidada Fonticoba que tiene alguna coincidencia, siquiera remota, con el perfil genético obtenido del autor. A partir de ahí empiezan a tirar por distintas ramas hasta agotar los archivos del Registro Civil, que llegan hasta 1881. Entonces, los investigadores decidieron acudir a los archivos parroquiales y comienzan a trabajar en la diócesis de Mondoñedo-Ferrol. Ahí empiezan a analizar las distintas ramas hasta que llegan al antepasado común y coincide de forma indubitada que esta persona tiene que tener apellido Rodríguez por línea paterna. Eso facilitó la búsqueda: apellidada Rodríguez, varón y que en 2013 tenía un ZX. Entonces aparece un coche de este modelo que pasa la ITV en Espírito Santo; se comprueba quién era el propietario en aquel momento y se confirma que vivía en Narón. Es en ese momento cuando se pidió autorización al juez para hacer el seguimiento y recoger muestras, que se obtuvieron finalmente en el vehículo que tenía entonces.
En 2021 es cuando la investigación se desbloquea...
Sí, avanzó considerablemente desde el 2021, cuando la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil retoma el tema y le da un impulso decisivo. Hay que tener en cuenta que desde ese momento hasta que lo detienen, en noviembre de 2023, apenas había pasado un año y medio.
¿Cómo acogieron los hijos las palabras de Roger Serafín el último día del juicio?
Esas palabras de la jornada final del juicio lo que hicieron, en realidad, fue indignar mucho más a los hijos y a los familiares porque, lejos de pedir perdón, intentó justificar esa supuesta amnesia o disociación, es decir, que en ese momento no era él. Quiso justificar lo injustificable y no aprovechó ese momento para pedir perdón. Eso les generó más indignación.