Giralt Torrente: “Más que una biografía, es la disección de una familia, la primera de mi abuelo, al completo”

Publica "Los ilusionistas", su última novela, en Anagrama
Giralt Torrente: “Más que una biografía, es la disección de una familia, la primera de mi abuelo, al completo”
Giralt Torrente, con Vicente Araguas, en la cafetería Viena de Madrid

En el Café Viena, de la calle Luisa Fernanda, de Madrid. Aunque estar con Marcos Giralt en cualquier sitio, las dos horas de conversación se me hicieron eternas, de puro estar bien, te convierte en viajero múltiple por lugares y personas. Marcos es memorioso, como el Funes aquel de Jorge Luis Borges y, por supuesto, como su abuelo, Don Gonzalo. Tan ferrolano este como la Plaza de las Angustias donde me pierdo a la sombra de Don Victoriano Sánchez Barcáiztegui. O Amboage, donde Torrente Ballester se perdía, entre “Dafne y ensueños”, viendo como los niños del Hospicio, enjaulados, veían jugar a los alumnos del Tirso, uno de ellos el pequeño “Chalo”, como le llamaba su primera esposa, Josefina Malvido. También le decía “Pichús”, como aprendemos en este libro soberbio de Marcos, y nunca hablo barato, que se llama “Los ilusionistas” (Anagrama), clave para conocer mejor a un quinteto básico: Gonzalo Torrente Ballester; sus hijos, Gonzalo y Javier Torrente Malvido y sus hijas, Marisé y Marisa “Pala”, madre esta de Marcos, también de la línea Malvido. Al fondo, y en forma difusa, “la otra familia”, compuesta por la segunda mujer de Don Gonzalo y los siete hijos que con ella tuvo. Pero ocurre que semejante retablo viene contado con sutileza y una elegancia que no camufla objetivos, como es contar lo que fue, apuntando –tal vez– a lo que pudiera haber sido. 


“¿Por qué este libro ahora, me dice? Ya, no hay un ahora, lo he ido arrastrando durante mucho tiempo. Cosas que me venía preguntando antes de alcanzar la condición de escritor. ¿Por qué los Torrente Malvido tuvieron la vida que tuvieron, lejos de lo convencional, esperable y, aun, recomendable? Dicho esto, añado que no se trata de un libro sobre la familia del escritor Gonzalo Torrente Ballester. Lo que mueve mi ambición literaria es el análisis de una familia independientemente de otras circunstancias. De ahí esa aparente frialdad que envuelve mi manera analítica. Poco más o menos la de un forense”.


He leído esta obra dos veces, la primera cuando no era sino la original sostenida por las primeras galeradas. Luego, la versión definitiva que el curioso lector hallará en las librerías. Un texto que, en mi opinión, y a pesar de intentar ser tan objetivo como Marcos señala, no puede evitar cierta tendencia a la ternura, muy perceptible en el retrato que hace de su madre, Marisa “Pala” Torrente Malvido. Pero también en la figura de un abuelo cariñosamente curioso hacia la figura del nieto “Marquetes”, con quien este se encontró muchas veces (tenía veintinueve años cuando Don Gonzalo muere) y al que retrata de modo directo pero, también, momentos estelares del volumen, a través de su correspondencia con su primera esposa. Interpretación de dicho epistolario a cargo del lector, naturalmente. Un volumen, por cierto, que ya ha saltado a las listas más solventes de ventas de libros.

 

Como escritor, comprendí que no hacía sino pelear con esa herida que todo el mundo tiene


“Soy bastante escéptico acerca de las listas a las que hace referencia. En cuanto al epistolario en cuestión, bueno sería que se pudiese publicar en condiciones y por entero, pero yo ahí no puedo hacer gran cosa. Si mi libro aparece, como usted dice, en tales listas dentro del género “no ficción” no puedo sino mostrar mi desacuerdo. Lo mío es una novela. ¿Biografía? ¿De quién, de los hijos de Torrente Ballester? En todo caso, sería la disección de una familia, la primera de mi abuelo, al completo. El género biográfico, por lo demás, no tiene un gran arraigo en España. Aquí, al contrario que en los países sajones, tal género carece prácticamente de tradición. Dice usted que lo que hay en torno a mi abuelo pertenece, más bien a las hagiografía. Bueno, yo diría que es un asunto muy controlado. No, no diga edulcorado, controlado, mejor”. 

 


El tono de Marcos es de una suavidad instintiva. No, no veo en él la timidez que –por lo visto– me echó a un lado en un encuentro nuestro en Radio Nacional. Antes habíamos coincidido en el Círculo de Bellas Artes, presentando yo una mesa hispano-lusa con el propio Marcos, Inês Pedrosa y José Luís Peixoto. Al fondo, la voz poderosa de Agustina Bessa Luís, y en penumbra la figura de un buen escritor ferrolano, mucho más de lo que su biografía, aparatosa, llena de anécdotas, pudiese indicar: la del tío de Marcos: Gonzalo Torrente Malvido, con quien conversé un día de Difuntos de 2001, para una entrevista aparecida en Diario de Ferrol, el 25 de noviembre del mismo año, sustento –tal vez– de un mejor conocimiento suyo, gracias a la palabra inteligente y reflexiva del hijo segundo de Don Gonzalo.

 

Bueno sería que el epistolario con mi abuela se pudiese publicar en condiciones y por entero


“No, no yo creo que haya nada genético en la inclinación a la escritura del sobrino y nieto de escritores. En mi caso, siendo el estudio de mi padre, el pintor Juan Giralt, mi cuarto de juego cuando niño, esa pudiese haber sido mi inclinación. Pero hay un momento en mi vida en que ese estudio se cerró. En cuanto a la escritura tenía, y tengo, una madre contadora de historias, lo que, sin duda, marcó la vocación literaria de aquel niño. Luego, más adelante, comprendí, en cuanto que escritor, que no hacía sino pelear con esa herida que todo el mundo tiene. Todos. Lo único que los escritores somos capaces, muy probablemente, de expresarlo. Y aun siendo este libro más novela que biografía créame que no he inventado absolutamente nada. Tampoco he querido ser notario ni documentalista. En mi libro me limito a reflejar lo que percibí de una familia, la mía, de la que hablo, no de “la otra familia”, que había venido a menos, desde una cierta “grandeza”. Aparte, por supuesto, la altura literaria del escritor Gonzalo Torrente Ballester, hoy no tan editado como debiera. En cuanto a sus traducciones, se puede leer en francés, portugués, sobre todo, y en algún otro idioma, pero aunque parezca extraño aún no ha aparecido su obra en un idioma tan importante como el inglés. En cuanto a la Fundación Gonzalo Torrente Ballester, en Santiago, empezó bien pero se halla en un momento precario, diría yo, aunque no sea muy de quejarme”.


Nos marchamos de Viena en mañanita que anuncia esos calores madrileños nada benignos. Marcos, pura elegancia cordial, me acompaña hasta la solanera de la Moncloa, y seguimos hablando de mil cosas y aun de algunas cosillas que como Lázaro de Tormes, hablando del mercedario aquel, no voy a nombrar. Sí decir, de nuevo, que “Los ilusionistas” va a ser, está siendo ya, uno de los libros del año. Sí. 

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