Antes de abordar esta historia que nos llega, cabe precisar que en el mundo hay poco más de un 4% de personas que experimentan algún tipo de sinestesia. Se trata de una condición neurológica que se traduce en una especie de mezcla de sentidos, ya sea tacto-gusto, oído-tacto, vista-oído... Eva Cayetana Somolinos Olmo (Ferrol, 2001) es una de esas personas y ha visto en esta condición una oportunidad, creando con solo 18 años su primer proyecto empresarial “AcercArte”, que se basa en la unión del arte y la música a través de la sinestesia. Gracias a ello, “como estudiante de Historia del Arte y compositora de bandas sonoras, compongo melodías para las obras más famosas de la historia del arte”, como ella misma explica.
Según afirma la joven ferrolana, su fin entonces no era otro que el de buscar la inclusión sociocultural de las personas, “deslocalizando el arte de los grandes museos y la música de los auditorios para llevarlos a lugares con mayores barreras de acceso como centros hospitalarios, colegios, residencias, penitenciarías, etc.” Eva Cayetana es una amante de la música y el arte, disciplinas que estudia desde los cinco años.
Graduada en las especialidades instrumentales de Viola y Piano, no pudo proseguir sus estudios superiores de la primera por una epicondilitis crónica, lo que motivó que comenzara sus estudios del Grado en Historia del Arte por la UNED. Por fortuna, volvió a retomar la música y con ello surgió el referido proyecto empresarial, con el que ya ha puesto banda sonora a obras tan dispares como “La noche estrellada” de Van Gogh, “Las Meninas” de Velázquez o “La Mona Lisa”, de Da Vinci, entre otras.
Sobre su caso particular, manifiesta que los sinestésicos como ella, tienen lo que comúnmente se denomina “sentidos mezclados”; es decir, “tenemos las conexiones neuronales de dos de nuestros sentidos unidas, por lo que ante un mismo estímulo se nos activan dos sentidos”. Además, añade, “en mi caso tengo sinestesia cromática –se han descrito unos 70 tipos–, por lo que tengo unidos los sentidos de la vista y el oído. Cuando veo un color, para mí es una nota musical, como le pasaba, por ejemplo, a Kandinsky, Lis o Van Gogh”.
Pese a su juventud, su currículum es muy extenso y está repleto de reconocimientos, muchos de ellos a nivel internacional. El último le ha llegado este año, cuando ha sido admitida en el Marcus Institute de la Universidad de Harvard donde trabajará para demostrar que el método sinestésico puede ayudar a combatir el alzhéimer. “Llevo años queriendo investigar el modo en el cual la sinestesia puede ayudar a las personas, ya que llevo muchos años trabajando en este campo y he visto los increíbles beneficios que tiene; pero por diferentes motivos no fue posible, hasta ahora”, explica. Este trabajo lo realizará de mano del neurólogo Álvaro Pascual-Leone, que ejercerá de tutor y segundo investigador.
Hace años ya que realiza talleres “basados en la sinestesia presente en mi obra, dirigidos a niños, personas con discapacidad intelectual, con trastorno del espectro autista, psicosis, demencias... para conseguir una estimulación cognitiva mediante la unión del arte y la música”, ahonda Eva, quien irá más allá en sus pretensiones de ayudar con la llegada a Harvard. Allí buscará demostrar cómo sus bandas sonoras sinestésicas pueden ralentizar la neurodegeneración y evitar el avance del alzhéimer, una demencia que afecta cada vez a más personas en el todo el mundo.
Explica Eva Cayetana que el objetivo general de este proyecto de investigación es “observar cómo se ven afectadas las funciones cognitivas de pacientes con alzhéimer a partir de composiciones musicales sinestésicas y obras de arte, durante sesiones semanales en un período de diez meses”. El objetivo específico es conseguir mejoras en el estado de ánimo de estas personas, el recuerdo autobiográfico, la fluidez verbal, aspectos de la conducta relacionados con la ansiedad y el envejecimiento cerebral. En definitiva, apunta, la idea es “conseguir ralentizar el deterioro cognitivo y mejorar la calidad de vida de estas personas”.
La primera fase del estudio se desarrollará en Harvard, donde Eva Cayetana Somolinos trabajará con 130 pacientes, mientras que la segunda se desarrollará en Nueva York y Zaragoza, de la mano de la firma BitBrain, “socio clave de este proyecto de investigación”, apunta la joven, quien indica que el estudio en sí mismo “tiene una alta aplicabilidad” en centros hospitalarios y residencias, ya que las intervenciones pueden realizarse en esos entornos”.
Aunque se presentó a las becas Fulbright para conseguir fondos para el proyecto (precisa unos 100.000 euros y, al no obtenerlos, ha tenido que posponer el inicio del estudio a 2025), no la ha conseguido, por lo que busca mecenas (eva.acercarte@gmail.com) que deseen colaborar, dándole a ella y al mundo la oportunidad de investigar nuevas terapias para el alzhéimer.